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Miércoles 23 de enero 2019

El ser humano: geógrafo por experiencia y conocimiento de su entorno

Por: Óscar Guzmán Charcape (*)
El ser humano: geógrafo por experiencia y conocimiento de su entorno
Foto: Óscar Guzmán Charcape


Gestión territorial: uso racional, equilibrado y sostenible con participación de los principal actores en beneficio de la población y su entorno

 

El conocimiento de la realidad en la que vivimos está fundado en el reconocimiento de todos los elementos  del entorno en el que desarrollamos nuestras múltiples actividades. Este conocimiento es adquirido a través de la experiencia que proviene de la relación con los demás elementos con los que interactuamos, de los fenómenos naturales que ocurren en forma periódica y que afectan directa o indirectamente a nuestro “modus vivendi”.

  

Desde la noche de los tiempos, la experiencia ha constituido la madre del aprendizaje para el ser humano. Esta, acumulándose y estimulando la reflexión, conduciría al ser humano por el camino del reconocimiento del entorno en el que cazaba y recolectaba las especies que le permitirían proveerse de alimentos y, por ende, sobrevivir. Tras siglos y milenios, cual partera  del saber, la experiencia lo llevaría a desarrollar el uso y manejo de los recursos naturales y a comprender que podía domesticar especies animales y vegetales  en un espacio o territorio que, sin saberlo, lo convirtió, reconociéndolo, como su hábitat o territorio.

Sin saber, pero sin duda haciendo caso a lo que le indicaba su intuición, que más tarde se transformaría en la visión de su realidadcon el que el hombre empezaría a entender y conocer su territorio. Lo mismo sucedería, en el largo camino de su aventura, con las relaciones e interrelaciones de dependencia e interdependencia que se desarrollaban en el mismo, al igual que lo que concierne al lugar que ocupaban los diversos actores y a la dinámica de los mismos. Un cúmulo de conocimientos que los conllevaría a mejorar su estatus y prolongar su supervivencia a través de la creación de múltiples actividades sociales y económicas y el reconocimiento de los fenómenos físicos recurrentes que afectaban periódicamente dicho entorno. 

El ser humano pues, con el pasar de los siglos y milenios, se convertiría en un geógrafo. Es decir, en un ser capaz de describir, analizar e interpretar las leyes que influían en los múltiples elementos que componían un espacio al interior del territorio en el que se llevaban a cabo sus numerosas actividades. Acciones que lo conducirían a identificarse con el espacio en el que habitaba, impeliéndolo a desarrollar tareas orientadas a la preservación  del mismo y a dotarse de instrumentos para hacer frente a la recurrencia de fenómenos naturales y poder dar cara a las consecuencias de las actividades humanas nocivas al entorno. El hombre había empezado a buscar y generar las soluciones más pertinentes.

Más adelante, dando pasos gigantes en la vía del conocimiento, el ser humano empezaría a desarrollar diversas teorías y métodos, así como diversos procedimientos técnicos  y científicos que le permitirían proveerse con  herramientas para diagnosticar, analizar y estudiar, y proponer alternativas de solución de miras a desarrollarlos diversos espacios. Crearía entonces la planificación; es decir, la herramienta de prevención, desarrollo y ordenamiento de dicho Territorio. Luego vendría la gestación de los saberes teóricos y operativos u aplicativos de la gestión racional, oportuna y equilibrada del mismo.

Dicho esto, cabe resaltar que el desarrollo de múltiples herramientas para interrelacionarse de forma equilibrada con la naturaleza que el ser humano ha concebido es el efecto lógico de una problemática que no fue otra cosa que la consecuencia del uso excesivo e inadecuado de los recursos naturales y humanos por parte de sociedades que van detrás tan solo del desarrollo económico. Una dinámica que lo ha llevado a extraer los recursos irracionalmente, provocando daños irreversibles en la naturaleza y en los territorios que ocupa como parte de la sociedad. Un desarrollo ajeno y lejano del que implica relacionarse armoniosamente con la naturaleza.

El desarrollo de metodologías y/o herramientas, establezcámoslo claramente,  tiene pues que estar aunado al cuidado de la naturaleza en forma equilibrada. Vale decir, a una manera que solo puede ser consecuencia de políticas, normas, así como estrategias, planes y gestión de los territorios que ocupa, que conlleven al uso equilibrado, racional, ético, es decir sostenible en el tiempo, de los recursos naturales, para provecho de las futuras generaciones. He ahí el derrotero de la larga y esperanzadora aventura humana. 

(*) Geógrafo,especialista en Sistemas de  Información Geográfica-SIG, con Estudios de Maestría en Gestión y Ordenamiento del Territorio. Universidad Nacional Mayor de San Marcos – UNMSM. Lima-Perú.

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