Grover Pango, autor de estas líneas
Es muy triste ver el rostro de las personas cuando un incendio devora sus casas o sus centros de trabajo. En una magnitud distinta, con una pena de siglos, cientos de personas en París han derramado lágrimas frente a la Catedral de Notre Dame. Concluida en 1345 es uno de los más bellos símbolos de la cristiandad, del arte barroco y de los encantos de la capital francesa.
No hace mucho, una madrugada de octubre del año anterior, el edificio más antiguo que se construyera en la Plaza San Martín de Lima y que pocos conocían como el edificio Giacoletti, quedó destruido por el fuego.
Un poco antes, en setiembre de 2018, otro feroz incendio devastó el Museo Nacional de Brasil en Río de Janeiro, calcinando 200 años de una documentación histórica valorada como una de las más antiguas del mundo. Ha quedado claro que la falta de mantenimiento conspiró a favor de esta desgracia.
Guardando explicables diferencias, en Tacna hay edificios con valor monumental que necesitan una atención preferente, entre ellos la Casa Basadre, hoy convertida en un estupendo Centro Cultural. Ha trascendido que dos cortocircuitos, felizmente detectados, han amenazado su existencia. El Banco de la Nación, entidad propietaria del inmueble, tiene el deber de actuar sin demora. Basta mirar las ruinas del incendio que destruyó la Prefectura de Tacna hace diez años para sentir dolor y rabia.