Grover Pango, autor de estas líneas
Una forma de rendir homenaje al Grupo Teatral Tacna en sus 51 años es recordar la savia artística de la que se ha nutrido el teatro tacneño. Comenzando por los espacios escénicos, el más antiguo es el “Orfeón”, en el pasaje Calderón de la Barca, construido hacia 1848 según el historiador Luis Cavagnaro. A pocos pasos y algunos años después, en 1862, entró en actividad el “Teatro Municipal”.
Ambos locales estuvieron orientados al culto de la ópera y la zarzuela, especies lírico-teatrales de gran afición en Tacna, pequeña ciudad en que entonces residían las familias de los funcionarios europeos vinculados al circuito comercial existente entre el Alto Perú y el puerto de Arica. Tacna era la ciudad del descanso, con un clima benigno además de pequeños y feraces campos de cultivo.
La dramaturgia tacneña debe sus inicios a Carolina Freyre de Jaimes -además poeta, novelista y promotora de publicaciones- con el estreno de su drama histórico “Pizarro” en 1877, en el Teatro Principal de Lima.
Un año antes (1876) había nacido en Tacna una figura descollante en la historia del teatro peruano: Ernestina Zamorano. Los aún escasos datos que se tienen la ubican en Lima en 1893, haciendo zarzuela. Consagrada como actriz versátil, nadie como ella para encarnar al personaje emblemático de Manuel A. Segura, la excepcional “Ña Catita”.
El teatro se encuentra en el alma de Tacna.