Un ejemplo desde Senegal

Grover Pango,autor de estas líneas

Hacia el oeste del continente africano existe un pequeño país llamado Senegal. Con menos de una sexta parte de nuestro territorio, tiene más de la mitad de nuestra población. Clasificado como Muy Bajo en su IDH, es un país muy pobre con una alta densidad poblacional.

Por ello se debe destacar la conducta de un exitoso futbolista del Liverpool de Inglaterra, Sadio Mané. En una entrevista le preguntaron por qué siendo tan exitoso no se le veía rodeado de lujos. “¿Para qué quiero diez Ferraris, 20 relojes con diamantes y dos aviones? ¿Qué haría eso por el mundo?”, respondió. Contó luego que fue muy pobre, pasó hambre, no pudo ir al colegio y jugaba fútbol descalzo.

Mané es un futbolista distinto. No gusta de exhibirse en lugares de diversión ni de adquirir lo que sus colegas hacen con frecuencia, aunque tampoco critica a quienes lo hagan. Lo que sí dice es que ha construido escuelas y un estadio en su lejano país, que cada vez que le es posible dona ropa y alimentos para sus compatriotas; y que ha escogido una región sumamente pobre para apoyar directamente la economía de las familias más desamparadas con 70 euros mensuales para cada una de ellas.

Ejemplo singular el de Sadio Mané, en las antípodas de tantos otros que alardean con su dinero y, en muchos casos, escogen los espacios seductores de la frivolidad para allí reinar, fugazmente, mientras dure la bonanza.