Rusia intenta hacerse cargo del petróleo venezolano

Una historia en el periódico El National de Venezuela está circulando en los medios de comunicación rusos, informando que el gigante petrolero ruso, Rosneft, planea hacerse cargo de la Compañía Nacional de Petróleo de Venezuela PDVSA (Petróleos de Venezuela). A cambio, se rumorea que Rusia está ofreciendo alivio de la deuda al país latinoamericano en dificultades.

Según el medio de noticias de negocios ruso, VestiFinance, los expertos rusos ya han visitado Venezuela para evaluar el estado de PDVSA y la posibilidad de un acuerdo. Hay rumores de que cualquier adquisición rusa de la joya de la corona de Venezuela incluiría una reducción drástica del personal de la compañía, de 70 mil empleados a 35 mil.

Las perspectivas de una compra rusa del motor económico de Venezuela ilustra el grave estado de la economía del régimen chavista y el impacto contundente de las sanciones de Estados Unidos. Pero los detalles más allá de esto son escasos. Mientras que los medios de comunicación rusos han informado reacciones positivas de Moscú, Rosneft y el gobierno de Venezuela continúan negando todo conocimiento de la posible adquisición.

A primera vista, una posible oferta de Rosneft presenta una rara oportunidad para que Venezuela mitigue los efectos dañinos de las sanciones y brinde un alivio de la deuda muy necesario para un país que debe más de $ 156 mil millones a partes externas. Pensado de otra manera, la deuda de Venezuela es un 740% más alta que el valor de sus exportaciones.

Rosneft ya está activa en Venezuela en proyectos conjuntos con PDVSA, donde tomó importantes participaciones minoritarias. Pero lo que es más importante, estas actividades parecen no infringir las sanciones de los EE. UU., según el Enviado Especial de los EE. UU. para Venezuela, Elliott Abrams. A pesar de esto, Trump ha sido bastante claro en su política de sanciones hacia Venezuela (una estrategia de presión máxima similar a los planes de Washington para Teherán). Un intento de Rosneft para liquidar y mover los activos de PDVSA fuera del alcance del régimen de sanciones de Estados Unidos tiene el potencial de provocar represalias en Washington. Sin embargo, quedan preguntas, entre las que destaca la forma en que este intercambio afectaría la deuda más precaria de Maduro con China, el mayor prestamista del país, con una deuda de entre $ 20 y $ 60 mil millones.

En la superficie, el impulso ruso para tal adquisición es claro: poner a una de las compañías petroleras más prolíficas del mundo bajo el control del Kremlin, fortaleciendo aún más el control del país sobre los mercados mundiales de petróleo.

A partir de las estimaciones de 2016, PDVSA tiene un valor aproximado de $ 186 mil millones. También controla los aproximadamente 300 mil millones de barriles de petróleo del país, las mayores reservas de crudo del planeta, más grandes que Saudi Aramco, aunque el crudo pesado venezolano es más sucio y menos deseable.

Tenga en cuenta que el monto de la deuda de PDVSA ($ 1.1 mil millones) no justifica la transferencia total de la propiedad ni el monto de la deuda que Venezuela tiene con Rusia en su conjunto ($ 17 mil millones). Rusia tampoco tiene el efectivo listo para pagar la gigantesca deuda de Venezuela. China sí, pero Beijing parece no estar interesado en una adquisición de PDVSA: su tolerancia al riesgo es menor que la de Moscú.

Los informes de los medios también han mencionado que la venta de PDVSA tendría que ser aprobada por la Asamblea Nacional controlada por la oposición, actualmente encabezada por Juan Guaidó (quien también afirma ser el líder legítimo y constitucionalmente designado de la nación latinoamericana). Sin embargo, la toma por parte de Maduro del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela en 2017 le permite esquivar esencialmente la constitución e ignorar efectivamente los poderes otorgados al cuerpo legislativo democráticamente elegido del país. La corte, repleta de leales a Maduro, sin duda volvería a afirmar el poder sobre la Asamblea si Maduro respaldara la venta.