Distintas razones, casi igual violencia

Grover Pango, autor de estas líneas

Tanto Bolivia como Chile son países históricamente vinculados al nuestro. Hoy viven situaciones de extrema tensión que, aunque tengan motivaciones distintas, se expresan de manera similar.

No hay sitio para análisis exhaustivos de sus gestiones gubernativas, excepto para –con generalizaciones usuales- señalar que en Chile gobierna una propuesta de “derecha” mientras que en Bolivia es de “izquierda”. En Chile se fueron acumulando insatisfacciones diversas que afectaron a diferentes sectores, unificándolos en el reclamo frente al gobierno de Sebastián Piñera. En Bolivia, la voluntad omnímoda de quien se siente predestinado envolvió a Evo Morales y lo condujo, primero, a desdeñar la negativa popular a una nueva reelección expresada en el referéndum del 2016, luego el reciente fraude electoral que la OEA ha señalado y el pueblo ha repudiado, forzando su dimisión. La ira suele engendrar o permitir excesos. En Chile el extremismo aprovechó para incendiar, saquear y destrozar lo que pudo. En Bolivia no ha faltado el violentismo de los defensores de Morales como también de sus enemigos encarnizados.

Aunque nada de lo previsible sea inalterable, en Bolivia habrá nuevas elecciones y en Chile podría aceptarse una agenda múltiple que supere los conflictos. En todo caso debe anotarse que la indignación suele ignorar los argumentos ideológicos o los modelos económicos.