Parece que los demás no importan

Grover Pango, autor de estas líneas

Celebrar y evaluar suelen ser las actividades recurrentes de los fines de año, seguidas de los presagios para el venidero. Teniendo en agenda tanto por comentar y a contrapelo de los buenos deseos navideños, para mí termina un año en que parece haber crecido el imperio de ‘la ley de la selva’; y eso no sólo en la vida cotidiana limeña. Como si -roto por algún motivo el contrato social- nos halláramos en una contienda de ‘todos contra todos’ a la que aludía siglos atrás Thomas Hobbes. Por tanto, casi todos los demás son potenciales enemigos y cada quien debe hacer uso imperativo de su libertad individual. Con ello la convivencia está en peligro.

Dicho en conceptos más contemporáneos, pareciéramos estar en un estado de “anomia social”, esa incapacidad de las normas para regular el comportamiento de las gentes junto a la incapacidad de las gentes para entender el valor de las normas.

Hay algo así como la convicción de que se debe ganarles a los demás siempre y como sea. Quizás el escenario más elocuente sea el tránsito vehicular –y aún de personas- a que nos enfrentamos diariamente. Prepotencia, egoísmo, mala educación, competitividad mal entendida, viveza criolla, desesperación, ‘aprimerar’, indiferencia -o todo junto-. Asistimos a una época de sobrevivencia salvaje más que de convivencia humana. Parece ser que los demás no importan. Ojalá acabe pronto.