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Miércoles 05 de febrero 2020

Kobe y Villa El Salvador

Por: Fernando Valdivia Correa
Kobe y Villa El Salvador
Foto: Difusion

 

Nos preparábamos para asistir a sufragar en las Elecciones Complementarias del Congreso de la República (26.01.2020), cuando una lamentable noticia sacudió el mundo del deporte: Kobe Bryant, mítica estrella de la NBA, ganador de cinco anillos en los veinte años que jugó en los Ángeles Lakers, falleció junto a su hija de trece años, Gianna, y otras siete personas en un accidente aéreo en las lejanas colinas de Calabasas de los Ángeles, EEUU. Inmediatamente llegaron condolencias de todas partes del mundo, incluyendo de POTUS, a la vez que las autoridades iniciaron las investigaciones para dar con la causa del siniestro del helicóptero Sikorsky S-76B, que presumiblemente se debió al mal clima reinante (escaza visibilidad en la zona).

En nuestra capital, tres días antes una nueva tragedia enlutó al país. Un camión que transportaba GLP chocó, provocando un dantesco incendio y ocasionando la muerte de 23 personas y decenas de heridos. De estos últimos, poco o nada sabemos del estado clínico; es decir, si vienen recibiendo la atención médica y soporte emocional necesarios para poder afrontar este terrible momento. Como sociedad, la ayuda humanitaria no se ha hecho esperar y lo más probable -como todos esperamos- es que continuará. Las muestras de solidaridad de los peruanos -más aun en situaciones como estas- es encomiable, somos uno solo.

Sin embargo, surgen tres interrogantes de especial relevancia: ¿Qué fue lo que realmente sucedió?; ¿Hasta dónde llega la cadena de responsabilidades?; y ¿Qué acciones se efectuarán para que lo ocurrido no vuelvan jamás a pasar?.

 A la primera pregunta, la investigación policial preliminar determinó que el referido camión no era adecuado para el transporte de gas (fue modificado, pues originalmente era camión de carrocería), además de no contar las válvulas con plataforma de protección, aunado al evidente desnivel de la pista donde aconteció la fatalidad (La República, 26.01.2020). Por su parte, OSINERGMIN -cuyo Presidente del Directorio acaba de renunciar- anunció que “supervisará de manera especial la totalidad de los vehículos inscritos en el Registro de Hidrocarburos como distribuidores de GLP a granel a nivel nacional” (América TV, 04.02.2020). Y, en esa misma línea, el gobierno del señor Vizcarra acaba de publicar el Decreto Supremo N° 011-2020-PCM, declarando en emergencia la zona del siniestro por sesenta días, especificándose que es “para la ejecución de medidas y acciones de excepción, inmediatas y necesarias, de respuesta y rehabilitación que correspondan”. Recién.

Respecto de la segunda interrogante, es evidente que la Fiscalía y el Poder Judicial (otrora organismos constitucionalmente autónomos) se tomarán “todo el tiempo que les ofrece la vida” para investigar y determinar responsabilidades, las mismas que recaerán probablemente en algún ex-funcionario de menor rango.

Y, con relación a la tercera pregunta, digámoslo enfáticamente que nuestra sociedad está acostumbrada -y mal- a que producida una calamidad, al poco tiempo demos “vuelta de página” tal cual no hubiese sucedido nada. Ejemplos nos sobran: El 2 de enero de 2018, un bus interprovincial se volcó a la altura del serpentín del Pasamayo cobrándose la vida de 52 personas y dejando varios heridos. Meses antes, exactamente el 9 de julio de 2017, la empresa Green Bus se precipitó aparatosamente en la ruta turística en el Cerro San Cristóbal del distrito del Rímac, llevándose 10 vidas y más de 30 heridos. No pasó mucho tiempo y nuevamente ha vuelto a ofrecerse paquetes turísticos en esa misma ruta.

El historiador Jorge Basadre dijo alguna vez “El Perú es más grande que sus problemas”. Es cierto, lo hemos demostrado -y seguiremos haciéndolo- en innumerables oportunidades. Aunque también sea ya el momento no solo de solucionar problemas sino además de anticiparnos a hechos que sabemos que podrían traernos consecuencias fatales.

Kobe se fue, y junto a él su pequeña hija y siete personas más. Muy triste, aunque es seguro que el gobierno norteamericano adoptará medidas de prevención para que este tipo de accidentes -o similares- no vuelvan a suceder. En tanto, en nuestro país debemos esperar que otra tragedia igual -o peor aún- desgarre nuevamente nuestros hogares y acabemos preguntándonos ¿hasta cuándo?, o quizá ¿Cuánto más debemos soportar estas desgracias?.

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