Como fuere, profesor siempre

Grover Pango, autor de estas líneas

Durísimo el encargo que tienen los profesores en estos días con la Educación a Distancia (EaD).

Se trata de un manejo pedagógico en verdad individualizado, donde cada estudiante responde por sí, muchas veces con la mediación de alguno de sus padres por las obvias diferencias de edad de los chicos. La labor que cada docente haga con sus estudiantes está condicionada a la disponibilidad de los equipos tecnológicos que posean ambos. Y a la capacitación a marchas forzadas que están recibiendo los profesores.

Es distinto trabajar –en una ciudad- con chicos que cuentan con una PC o una laptop que con los que tienen solo un celular. Tampoco es igual cuando intervienen los padres de familia por la experiencia que tengan frente a los asuntos a tratar. ¿Se imaginan cuánto sufren los padres cuando no entienden aquello que su hijo debe hacer o resolver? ¿Cuánta amargura o vergüenza sienten?

Inclusive averiguar de qué instrumentos disponen para trabajar en casa suscita penosas situaciones. Hay PPFF que reaccionan afirmando tener lo que no tienen, con las consecuencias que ello trae y el inevitable descubrimiento de la ingenua falsedad. Sin quererlo, esta situación hace que los profesores ‘ingresen’ al hogar de sus alumnos y se enteren de los no infrecuentes dramas familiares.

Como comento con mis colegas más cercanos: no olvidemos que la razón de ser de nosotros son nuestros alumnos. En estas difíciles horas lo que más importa es que estén sanos del cuerpo y del alma. Además, lo que necesitamos es que tengan la voluntad de no dejarse vencer en ningún sentido. Que aprendan –poco o mucho- es ahora menos importante.