Grover Pango, autor de estas líneas
Todo indica que todavía tendremos días difíciles para vencer al COVID-19. O convivir con él. En cualquier caso, es y será una experiencia inolvidable y un aprendizaje, como si de una guerra mundial se tratara.
Para vencer esta adversidad se necesita contar con decisiones políticas acertadas, equipo sanitario humano-tecnológico eficaz y una mínima organización comunitaria. No voy a opinar si contamos con ello.
En términos universales, todo indica que la propia naturaleza puede ser algo distinta en adelante. Una información de hace algunos días, proveniente de la Universidad de Colorado Boulder, señala que gracias a las cuarentenas mundiales que el COVID-19 ha forzado, el planeta se está dando el respiro muy necesario. Es de esperar que se produzcan mejorías en el clima, y en general, habrá una victoria en la lucha contra el cambio climático.
Quizás para algunos de nosotros pasara desapercibido este asunto que parece corresponder solo a los poderosos. Como nosotros no lo somos, es probable que de modo inconsciente lo ignoremos o veamos como algo casi natural.
Durante mucho tiempo la capa de ozono ha sido dañada y los rayos solares nos dañan a nosotros. La responsable ha sido la industria gigantesca de los países gigantescos -China entre ellos- con la emisión de la sustancia química CFC, útil para los sistemas de refrigeración, aires acondicionados, espumas aislantes y otros.
Que una de las lecciones sea proteger el planeta que habitamos: la casa mundial de todos. Por algo la “madre naturaleza” estuvo representada por Gea en la antigua y grande Grecia. Y en los pueblos andinos la Pachamama nos da vida, literalmente.