Grover Pango, autor de estas líneas
No se trata de la novela de Thornton Wilder que se ocupa del asesinato de Julio César un 15 de marzo del 44 a.C. La coincidencia es que el 15 de marzo de 2020 se supo del COVID-19, la cuarentena y el estado de emergencia con consecuencias terribles. Y algunas otras personales, intrascendentes y fastidiosas.
Soy suscriptor de un importante diario nacional. Me llamó un señor para renovar la suscripción y pedí la proforma para revisarla y efectuar el pago. Observo que hay un incremento de casi 15% respecto del año anterior y, viendo cuánto ha disminuido la información, decido no renovar. A los dos días me llama una dama preguntando por qué no he pagado y le explico la razón. Entonces dice que su colega se ha equivocado y que el monto sigue siendo el del año anterior. Mantengo mi decisión y ella replica que para desafiliarme debo hacer una solicitud. Explico que cuando un contrato llega a su fin y una de las partes decide no renovarlo, el trato ha terminado. Pero aun así pedí se me indique a quién debía dirigirme y con qué formato. No recibí ninguna orientación.
Apena dejar de recibir un diario de calidad -obviando varias discrepancias- pero más apena observar la utilización de recursos y actitudes deplorables: (1) que se arguya un error para justificar un precio [y si pagaba el monto, ¿reconocerían “motu-proprio” su equivocación?]; (2) que se intente retener al cliente a toda costa con trámites antojadizos.
Prefiero no decir nada de las empresas de servicios que han cobrado “al ojo” y ahora, para revisar el consumo real efectuado, hay que hacer un trámite burocrático. Y conste que estamos hablando de empresas privadas.