Jueves 25 de abril 2024 | Contáctenos
Se acerca el fin de año y habrá evaluaciones por todos los medios imaginables. Se coincidirá en que el año 2020 será inolvidable para la humanidad, pero muy en especial para nosotros, los peruanos. De hecho no es frecuente que un país tenga tres presidentes de la república en una semana. Entre este suceso insólito y la pandemia hay material en abundancia. No obstante esto, se debe buscar lo que podría entenderse como un saldo positivo, un aprendizaje, un ‘valió la pena’.
En el terreno laboral se ha instalado el teletrabajo como una opción interesante, perfectible, valiosa en varios sentidos y con alta posibilidad de ser aplicable aun cuando retorne la llamada normalidad. Ha traído consigo la necesidad de una mayor capacitación de determinado tipo de trabajadores en el ámbito de la tecnología, así como un despliegue acelerado de instrumentos de videoconferencias, entre otros, que facilitan la comunicación y la producción virtual.
Es la educación el espacio más sensible a la experiencia forzosa que nos toca vivir especialmente por las llamadas brechas existentes, agudizadas en tiempos de internet. Pero, otra vez, se debe aprovechar lo que sea aprovechable. En primer lugar el nuevo rol de los docentes a los que se necesita formar en la dualidad de las sesiones presenciales y las remotas, en una acción sinérgica que continuará más allá de la actualidad. Luego, en los estudiantes, la adquisición de una noción temprana y clara de su responsabilidad personal frente a sus logros, un uso más provechoso de la tecnología y una valoración mayor de la amistad.
En síntesis, pensar en el arco iris que viene luego de la tormenta.
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