Los permisos de extracción de petróleo y gas en un refugio de vida silvestre en el Ártico de Alaska, entregados en las postrimerías de la administración de Donald Trump, han sido suspendidos. Hasta nuevo aviso.
Así lo anunció ayer martes 1 de junio, la administración del presidente estadounidense Joe Biden. Todo dependerá de los resultados que arroje una evaluación de impacto ambiental del controvertido proyecto de explotación.
Poco más de cuatro meses después de haber asumido la presidencia de la Unión, el demócrata Joe Biden voltea la página de los esfuerzos de Donald Trump orientados a expandir la explotación de combustibles fósiles en Estados Unidos.
La medida, un serio revés para la administración del estado de Alaska, ha inclinado la balanza a favor de los grupos ambientalistas y organizaciones indigenas que se oponen que la explotación del enorme refugio para osos polares, caribúes y aves migratorias de más de 79 mil kilómetros cuadrados.
La administración del estado de Alaska tenía depositadas muchas esperanzas en la explotación de este refugio natural a fin de relanzar una industria petrolera en plena fase de declive. Los resultados de la revisión que evaluará los fundamentos ambientales que justificaron el arrendamiento de la administración de Donald Trump dirá si la medida de Donald Trump se mantendrá, anulará o tendrá un alcance limitado.
La decisión adoptada constituye el último de los esfuerzos del presidente Joe Biden para limitar la actividad de petróleo y gas en tierras públicas. Una medida enmarcada en una agenda cuyo objetivo es descarbonizar la economía de Estados Unidos y combatir el cambio climático.
El presidente estadounidense ha pusto coto también a todos los nuevos arrendamientos de petróleo y gas en tierras y aguas federales, fuente de una cuarta parte del petróleo de los Estados UNidos de Norteamérica.