Perdiendo el tiempo

Así como durante la década de los noventa perdimos con Alberto Fujimori diez años de organización y modernización del transporte terrestre, hoy, con los improductivos dimes y diretes entre miembros del Ejecutivo y el Congreso y el capricho de vacar al Presidente Castillo, estamos perdiendo el tiempo, es decir, estamos perdiendo oportunidades de progreso por la falta de inversión, empleo y los bajos salarios.

El hecho de llamar al Congreso al ministro de Vivienda por la marcha de un grupo de habitantes de nuestros pueblos jóvenes reclamando agua y alcantarillado, es solo una muestra de ello.

Si por cada marcha social vamos a llamar a los ministros al Congreso, van a faltar días en el año, en tanto que el país proseguirá perdiendo oportunidades de crecimiento económico y social.

Los tiempos actuales de discusión política improductiva y la falta de unidad para concertar y avanzar, se asemejan a nuestros periodos históricos en los que nuestro país también perdió tiempo y se retrasó, tal como sucedió durante las primeras dos décadas republicanas, el periodo de la guerra con Chile y su secuela, así como durante el periodo correspondiente a la Gran Depresión de los años 1930.

Perder el tiempo es postergar el inicio de la solución de los graves problemas que enfrenta la mayoría de nuestra población, tales como el desempleo, la insuficiencia de ingresos, la falta de alimentación, las conocidas enfermedades de hoy, la menoscabada educacion y la inseguridad ciudadana.

Perder el tiempo es también retrasarse con respecto al progreso de muchos países de Latinoamerica y el mundo entero; así como dar cabida a la fuga de capitales, de empresarios, profesionales, técnicos especializados y de otras pérdidas de valioso capital humano, todo lo cual es una gran daño nacional que aumenta el retraso. E incluso, puede dar pie a un golpe de Estado anacrónico en un mundo cada vez más complejo y tecnologizado.

Podemos, así, pasar de un pais en desarrollo de ingresos medios a otro de bajos ingresos que no se desarrolla y que, de continuar el retraso, en el largo plazo, podemos pasar a ser un país ingobernable y divisible, e incluso, con el tiempo, a extinguirse como país soberano e independiente.

Tenemos, pues, que salir de la peligrosa trampa política en que nos encontramos, reactivando los valores políticos ciudadanos de nuestra población, a punto tal que se organize y que masiva y democráticamente, exija un !Basta ya! a nuestros congresistas y miembros del Ejecutivo que nos hacen perder el tiempo y retrasan nuestro país.