No es difícil advertir los desencuentros entre los grupos que, de facto, comparten las tareas de gobierno. La facción radical de Perú Libre (y otros en busca de poder) junto a la que suelen denominar como “los caviares”.
A propósito de estos últimos, en la jerga de mis ya lejanos años universitarios, a los adherentes al pensamiento comunista solíamos llamarlos “rábanos”. Y así se les decía porque, a juicio de parte, eran “rojos por fuera y blancos por dentro”. En la mayoría de los casos aparecían como feroces combatientes en favor de los pobres, investidos por una “conciencia de clase” que los hacía alejarse de su procedencia burguesa para identificarse con los desposeídos, aunque en el fondo seguían siendo lo que decían no ser: por eso lo de “blancos por dentro”.
Una actualización de los “rábanos” está en la llamada “izquierda caviar”, intelectuales provenientes casi siempre de universidades privadas -de clase media para arriba-, que enarbolan “posiciones correctas” y desdeñan todo aquello que no coincida con su pensamiento.
Esta denominación, importada de Francia –la “gauche caviar”-, es una feroz ironía. Recuérdese que el caviar proviene de una refinada y cuidadosa preparación de las huevas (o hueveras) de un pez de escasa disponibilidad como el esturión, que suele consumirse en reuniones de gente con gustos exquisitos y exigentes. Entiéndase: una postura intelectual por los pobres para alimentar a quien vive como rico.
Cualesquiera sea su intencionalidad, la “izquierda caviar” es parte de lo que ocurre en estos tiempos, aunque quieran parecer antónimos. Peor si, aunque no lo perciban, siguen el libreto diseñado por su socio.