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Domingo 15 de mayo 2022

Cuando los amigos de tus amigos se convierten en tus peores enemigos

Por: Fernando Valdivia Correa
Cuando los amigos de tus amigos se convierten en tus peores enemigos
Foto: Difusion

Lo que mal empieza, mal acaba. Eso pareciera ser la máxima de Pedro Castillo Terrones al frente -o mejor dicho de espaldas- del país desde hace apenas cerca de 9 meses. Aquel sueño palaciego, hoy convertido en penumbra y pronto en pesadilla, comenzó en el balotaje para la segunda vuelta. Keiko Fujimori era la favorita, no cabía duda. Experiencia de gobierno (primera dama durante varios años), Congresista de la República, e indiscutible liderazgo en la agrupación política Fuerza Popular, así la avalan. Al otro lado, un desconocido personaje asomando la cabeza. Se trataba de un supuesto dirigente sindical que tuvo sus literalmente “5 minutos” de notoriedad en el 2017 al ser el protagonista de la asonada huelga magisterial que por poco paralizó la educación pública en aquel año. 

Casi de inmediato, el antifujimorismo se dejó sentir, uniéndose la izquierda radical (disculpen la redundancia) y la caviarada, con algunos medios de comunicación afines. Ellos, minúsculos en número, pero grandilocuentes en el poder (prensados en el aparato estatal con asesoría, consultorías, ministerios, programas de gobierno, etc.), hicieron su trabajo: Encumbrar al humilde profesor chotano al sillón presidencial. Tarea cumplida. O al menos eso creyeron. 

En la primera vuelta, Castillo llevó (sí, el mismo propuso) personas afines, vale decir, sumados a los propuestos por su padre político Vladimir Cerrón Rojas, exgobernador regional de Junín, condenado por corrupción, quien recolectó personajes siniestros como el investigado por terrorismo “El Che” Guillermo Bermejo. 

Ya, en el poder, designó a Bruno Pacheco como Secretario General del Despacho Presidencial, aunque no mucho tiempo después salió a la luz reprochables conversaciones presionando al Jefe de la SUNAT para beneficiar a dos empresas, y a los entonces Comandante General del Ejército y Aviación para obtener ascensos irregulares, amén de la intervención del Ministerio Público encontrándole US$ 20 mil al interior del baño de su entonces oficina. 

Con los caviares tampoco le fue bien. Ante el desgaste prematuro de Guido Bellido en el premirato (salió insultándolo en quechua), llamó a Mirtha Vásquez, quién a su vez recomendó al exfiscal Avelino Guillén en la cartera de Interior, con evidentes roces con el Jefe de la Policía, lo que derivó en la remoción de ambos, y la avizorada renuncia de Vásquez. Claro que no habían transcurrido 24 horas, y los exministros se despacharon contra Castillo. Igual ocurrió con Hernando Cevallos en Salud, quien mientras anduvo con el fajín defendía a capa y espada al mandatario. Defenestrado (se dice por cuota de poder impuesta por Cerrón) despotricó contra su antiguo Jefe. 

Pedro Francke es otro ejemplo. Representó la cuota de la izquierda encabezada por Verónika Mendoza, y mientras ejercía el cargo como Titular de Economía respaldó incansablemente al gobierno, hasta……, sí, hasta que lo botaron. Sí, también despotricó. 

A nivel congresal sigue la misma suerte. El dizque partido gobiernista Perú Libre se ha fraccionado, nuevamente. Esta vez han sido 10 los legisladores que han abandonado a dicha agrupación política. Aunque ya estaba cantado desde hacia tiempo pues los renunciantes pertenecen al ala magisterial, vale decir son cercanos al profesor y antagónicos con las directrices impuestas por Vladimir Cerrón a través de su hermano Waldemar. 

Fuera del Ejecutivo, los caviares maximizaron su trabajo, el cual consiste en perseguir a sus enemigos a través de la Fiscalía. Y, cuando todo parecía andar tranquilo, que lo de Pacheco no pasaría a mayores, empezaron los rumores, y luego las detenciones y posteriores confesiones. Como suele afirmarse “cuando alguien habla”, le sigue otro, y así sucesivamente. No tardó en sincerarse con la justicia la lobista Karelim López destapando a doquier presuntos hechos de corrupción que involucrarían al mismísimo Jefe de Estado. Hoy tocó el turno de Zamir Villaverde, quien también lo acusó. 

Como en el caso de Karelim, Villaverde es acusado de todo por el gobierno y cierta prensa áulica. Sí, es cierto, Villaverde es un delincuente (purgó condena por asalto y homicidio), pero eso lo sabía el propio Castillo antes de sentarse a tomar el té con él. Y valgan verdades, ese (y otros peores) es el perfil idóneo para tener un acercamiento, sociedad, amistad, etc., con el mandatario. 

Hay personas que ayudan a ganar elecciones; otras que además de lo primero, prestan colaboración para una buena gestión pública. Pedro Castillo escogió lo primero, o mejor dicho se quedó solo en eso. Sus limitaciones impiden que esté relacionado con gente capaz, idónea, honrada, con experiencia en la administración estatal. Por el contrario, su entorno sigue siendo impresentables, facinerosos, delincuentes, etc., y si son recomendados, resultan siendo peores. Esto será su epílogo, pues el mismo profesor ha demostrado que los amigos de sus amigos se convierten en sus peores enemigos.

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