Vine a visitar a mi hijo Pierre en Quillabamba, región del Cusco, donde cultiva café en su finca ubicada en la ladera del monte, en medio de una naturaleza exuberante.
Descubrí allí un lugar maravilloso y también el esfuerzo formidable de su trabajo para cultivar el café que, según los especialistas, es de los mejores del mundo.
Pierre me explicó que el café se siembra en la ladera del monte porque en esa inclinación la planta recibe el sol adecuado y tiene la temperatura ideal para dar y cosechar el mejor grano.
Cuida el café de su tierra con verdadera pasión y participa en la cosecha, secado, tostado y en todo el proceso de producción; y hasta de la comercialización del “CAFÉ THAK”, que es la marca de su producto. Me explica que en legua quechua THAK significa paz y equilibrio.
Pierre es otro emprendedor de una región donde se desarrolla, desde hace ya tiempo, la base de una industria cafetalera nacional que comienza a ganar mercados sofisticados con las variedades de llamado café de especialidad.
Admiré su esfuerzo y su compromiso con el desarrollo de la zona donde vive, donde está convencido de que existe una realidad promisoria para el futuro y prestigio del Perú.