Un gobierno de pobres diablos

En la noche del último martes, mientras declaraba a un medio de comunicación, Mariano González Fernández se enteraba que no eras más Titular del Interior. Un tweet del Presidente de la República le daba las gracias “…por los importantes servicios prestados a la nación”; es decir, lo defenestraron. Minutos después, en entrevista concedida, el ahora exministro esbozó “… no tengo hoy ninguna duda del compromiso que tiene el señor Castillo con la corrupción. Y no tengo ninguna duda que esta salida abrupta tiene como fin obstruir la administración de justicia", en referencia a la búsqueda y captura de los prófugos Juan Silva, Bruno Pacheco y Fray Vásquez, del entorno de Pedro Castillo. 

La razón de su salida, así lo explicaba el propio González, fue el cuestionamiento vía telefónica por parte del Jefe de Estado a la conformación de un Grupo Especial de Oficiales PNP de apoyo al Equipo Especial de Fiscales contra la Corrupción del Poder, encontrándose entre sus integrantes al Coronel Harvey Colchado. De este controvertible personaje nos referiremos en adelante. De inmediato, voces críticas al gobierno para no desmantelar este equipo, sobre todo del sector denominado “caviar”. 

De esto último, llama la atención la férrea defensa al apasionado Mariano, haciéndolo ver como un gran defensor de los intereses patrio, teniendo eco en cuanto canal de televisión; sin embargo, en nuestra reciente historia política han existido cuando menos dos hechos significativos que merecieron igual (o más) reclamo por parte de la caviarada, y lamentablemente no fue así. El primero se dio cuando Cluber Fernando Aliaga Lodtmann presentó su renuncia como ministro del Interior a solo 5 días de haber asumido el cargo, luego de calificar de “apresurado” el inmotivado pase a retiro de 18 Generales PNP, a inicios del transitorio gobierno de Francisco Sagasti. El General Aliga vio forzada su salida del gabinete ante el sepulcral silencio de la clase política y la prensa. Y, lo segundo fue el sorpresivo adiós de Mirtha Vásquez Chuquilín a la Presidencia del Consejo de Ministros debido a “…. la imposibilidad de lograr consensos en el beneficio del país tal y como lo venía solicitando desde hacía semanas”, rezaba su lacónica carta de renuncia. Más aún, a inicio de junio pasado, la propia Premier antiminera manifestó “Soy quien ha defendido siempre la vigencia de la voluntad popular, pero, dadas las circunstancias, lo que se avizora es que no hay condiciones para que este Gobierno se pueda sostener para el periodo en el que fue elegido”. ¿Reacciones en contra? Ninguna, pues se trata de personaje ligada a la caviarada. 

Mención aparte merece Colchado como integrante del mentado “equipazo anticorrupción”. Este ominoso Oficial PNP, sorprendentemente aún en actividad, fue literalmente “descongelado” por el amoroso Mariano. Se hizo tristemente célebre al asumir la conducción de la DIVIAC, policía parapolítica del régimen del mitómano Vizcarra, encargándose de enlodar a opositores, entre ellos al finado expresidente Alán García Pérez. En otros, encarcelarlos como fue la situación de la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori. Si en algo habría que coincidir con el profesor Castillo (al haberle exigido explicaciones por la composición de este seudo equipo) es en esto. Causa cierto escozor admitirlo, pero es la verdad. Aceptémoslo. 

En síntesis, el desenfrenado Mariano no es un “héroe sin capa”, y tampoco nos representa (probablemente a la caviarada sí), toda vez que ha resultado ser el típico sujeto ruin, desleal, malagradecido, abyecto, desvergonzado, etc.; perfil idóneo para formar parte de este agónico Ejecutivo. Claro que su error fue haberse enfrentado (o haberle caído mal, que da lo mismo) a un desleal, desvergonzado, ruin, “pobre diablo”, como lo es Aníbal Torres, a la sazón Premier. 

Esto es, en resumen lo que representa este gobierno de POBRES DIABLOS, aunque de lo primero tengo serias dudas.