Jesuitas

Jaime Garzón era un humorista colombiano que fue comisionado de paz. Interesante la flexibilidad de la conservadora sociedad colombiana que permitía en el seno de la Comisión de Paz a un humorista tan sin filtros como Jaime.

Pleno de un humor que rompía en cárceles y cuarteles o calles. Su humor simpático y veraz a través de la cadena de prensa RCN impactó mucho dedicándose a apoyar a las familias de los secuestrados ya que a veces la guerrilla o paramilitares lo hacían y pasaban meses sin pedir rescate.

Jaime negociaba y a veces los liberaban. Iban a buscarlo a la radio donde trabajaba para que interceda. Logra entrevistarse con el líder paramilitar Carlos Castaño que lo había condenado a muerte porque lo acusaba de ser pro guerrillero.

Castaño se asombra de la valentía del cómico al que ya había condenado a morir. Jaime lo visita en la selva para detener su ejecución diciéndole que no es pro guerrilla. Detiene secuestros y prosigue su labor radial.

Si Jaime tenía esa entereza humanista por ayudar era porque fue seminarista jesuita. De escolar era el más preguntón y sus impertinencias le costaron caro pues con su poder de convicción sus amigos cargaron el auto del profesor Cuervo al altar de la iglesia. La expulsión fue el premio.

¿Qué quiso significar con tal acto? Garzón se dio cuenta que la iglesia no ayudaba a los pobres y que las limosnas o donaciones recibidas se iban en coche de curas a otra parte sin hallar consuelo en los necesitados. Ese era el simbolismo de su acto colegial. No permitió que sus amigos fueran sancionados y se echo la responsabilidad total.

Años más tarde fue asesinado por paramilitares. Nunca escatimó voluntad para negociar secuestros en cárceles con sicarios o guerrilleros o paramilitares pues su objetivo era liberar rehenes. A su modo era un jesuita hecho y derecho. Soldado de Cristo con pie en tierra que reza y mueve los pies como dicen las tribus africanas. Vean la serie de Amazon que ilustra su vida bajo el título: "Garzón vive".