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REDES SOCIALES
Viernes 27 de enero 2023

Es juntos en fraternidad y solidaridad que se construye la cuestión social en el Perú

He aquí la posición oficial de la Santa Sede con respecto al trágico desarrollo de la crisis política peruana, transmitido por el embajador del Estado de la ciudad del Vaticano en el Perú, nuncio apostólico Paolo Rocco, en el marco del saludo protocolar al Ejecutivo peruano por parte del Cuerpo Diplomático acreditado en el Perú (Tarde del 25 de enero de 2023).
Es juntos en fraternidad y solidaridad que se construye la cuestión social en el Perú
Foto: Difusión


En nombre del Cuerpo Diplomático y los organismos internacionales acreditados en el Perú, es un honor dirigir nuestros respetuosos saludos a usted, señora presidenta, a la señora canciller, a los distinguidos miembros de su Gobierno y a todos los peruanos y peruanas con motivo del nuevo año 2023. 

Nos alegra encontrarnos con usted, aunque desde hace unas semanas, todos contenemos la respiración por lo que viene ocurriendo en ciertas partes del país y que afecta también a Lima que hace pocos días celebró el cuatrocientos ochenta y ocho aniversario de su fundación.

El estruendo de las manifestaciones que lamentablemente ha dejado muchos muertos y heridos ha opacado la celebración, envolviendo al país, particularmente al sur, con un velo de tristeza, cubriendo de lágrimas los rostros de los peruanos, especialmente los familiares de las víctimas, y los nuestros.

Ante esta situación, uno se pregunta qué debemos hacer.

Creo expresar el pensamiento de mis colegas y de los representantes de los organismos internacionales cuando digo que ante todo debemos reflexionar profundamente sobre las causas que nos han conducido a esta situación que vivimos. Yo la calificaría como una reflexión purificadora, necesaria de manera personal, pero además comunitaria e institucionalmente.

Uno se pregunta si se ha llegado al borde del precipicio porque hemos descuidado, ensombrecido, valores que van más allá de las contingencias. Valores que nos deben ayudar a comprender cada vez más el significado y la importancia de la dignidad de la persona y el auténtico desarrollo de la sociedad.

Ciertamente, hay una fuerte consciencia que no es fácil emprender procesos de cambio y transformación, no es fácil siquiera en situaciones de serenidad, pero es necesario y urgente hacerlo porque lo impone el Bien Común, el bien de todos los ciudadanos peruanos. 

A la realización del Bien Común están obligadas todas las instituciones y están obligados todos los peruanos y peruanas, nadie debe escabullirse, cada uno debe aportar su contribución específica e irremplazable.

La realización del Bien Común constituye la razón de ser de los poderes públicos que tienen la misión de educar e incentivar a los ciudadanos para que contribuyan a este propósito, especialmente a las generaciones más jóvenes que son el futuro del país.

Los jóvenes necesitan modelos, necesitan líderes comprometidos con el Bien Común del país y nosotros tenemos el deber de dárselos, empezando con nuestro propio testimonio.

Un primer indicio que nos brinda la situación actual es la fuerte necesidad de cohesión social, volviendo a ubicar la palabra juntos en el centro. Juntos significa en primer lugar reconocer al otro, reconocer el derecho del otro a ser el mismo y a ser diferente.

A partir de este reconocimiento se hace posible la cohesión social, una concertación social o más bien un pacto social.

Detrás del rechazo de ciertas formas visibles de violencia a menudo se esconde otra violencia más incidiosa, que es la de quienes desprecian lo diferente, sobre todo cuando las exigencias perjudican de algún modo sus intereses.

Cuando una parte de la sociedad pretende disfrutar de todo lo que el mundo ofrece, como si los pobres no existieran, esto en algún momento tiene sus consecuencias.

Ignorar la existencia de los derechos de los demás tarde o temprano provoca alguna forma de violencia inesperada, como estamos siendo testigos en estos días.

Los manifestantes son principalmente pobladores de las regiones rurales, urbano populares y amazónicos que por años han sido invisibilizados o marginados o postergados, desconociéndose sus derechos ciudadanos.

Ciertamente, la violencia contra las personas, contra la propiedad pública o privada nunca es justificable, es una perdida para todos, con la violencia no se construye, solo se destruye.

Sin embargo, hay que intervenir sobre la causa que la generan y neutralizarlas, haciendo prevalecer siempre la fuerza de la ley, nunca la ley de la fuerza. Y la fuerza de ley debe prevalecer constantemente. Antes, durante y después. 

Solo juntos, aceptándonos con verdadero diálogo, el que no se limita al puro conocimiento sino que va más allá, el diálogo entendido como guía o como camino para caminar juntos es (lo que nos permitirá) trabajar y construir el futuro del Perú. Es más, construir juntos "Un país de todas las sangres", como dice el escritor peruano José María Arguedas. 

La unidad debe prevalecer sobre el conflicto. El conflicto no debe ser ignorado o disimulado, debe ser asumido, pero si quedamos atrapados en él perdemos la perspectiva, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada. 

Cuando nos detenemos en la coyuntura conflictiva perdemos el sentido de la unidad profunda de la realidad. 

Un auténtico diálogo social presupone la capacidad de respetar el punto de vista del otro, aceptando la posibilidad de que contenga convicciones o intereses legítimos.

Este día, señora presidenta, está recibiendo diferentes análisis sobre la situación del país y propuestas de solución.

La lista es larga y un discurso de saludo como este no es el lugar para enumerarlas, pero corresponde a la autoridad estatal tamizarlas, evaluarlas y decidir en función de lo que beneficia a todos los ciudadanos. 

Es muy importante iniciar procesos de encuentro, procesos que puedan construir un pueblo capaz de abrazar las diferencias.

En efecto, es juntos en fraternidad y solidaridad, excluyendo toda forma de violencia, que se construye la cohesión social y el pacto social, superando los conflictos, todos juntos, cada uno, según sus posibilidades y dentro de los límites de sus competencias para sanar las heridas sociopolíticas e institucionales del Perú.

Señora presidenta, aunque la fase actual que atravieza el país nos hace sentir como en un túnel, estamos llamados a mantener el corazón abierto a la esperanza, a no desanimarnos, sino a ser como centinelas capaces de vigilar y captar la primera luz del alba.

En este sentido, quiero hacer eco en esta casa, que es la casa de todos las peruanas y los peruanos, de las palabras pronunciadas por el santo sadre Francisco el domingo pasado durante el rezo del Ángelus.

«Invito a rezar -dijo el santo padre- para que cesen los actos de violencia en el Perú, la violencia extingue la esperanza de encontrar una solución justa a los problemas, animo a todas las partes implicadas a tomar la vía del diálogo entre hermanos de una misma nación, con pleno derecho de los respetos humanos y del Estado de derecho. Me uno a los obispos peruanos para decir ¡No a la violencia, venga de donde venga! ¡No más muertes!»

Con estos sentimientos le expresamos nuestros mejores deseos a usted, señora presidenta, señora canciller y a los miembros de su Gobierno. Qué Dios bendiga siempre al Perú. 

¡Tayta Dios Perú suyuta bendicichun!

¡Alajpachanquiri tatitu, kuyapayma aca Perú marcaru!

 

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Si desean visualizar el uso de la palabra del nuncio apostólico, pueden hacer clic aquí: https://www.youtube.com/watch?v=JrtBfjtIwYE

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