Las dificultades del justo medio

Evaluar la zozobra que vive el país con objetividad es muy difícil. Nuestro desarrollo social y económico en las últimas décadas no ha sido lo suficientemente satisfactorio -con algunos episodios exitosos- como para afirmar que todos los reclamos actuales no tienen sustento. Pero detrás de esta honesta verdad se esconde otra, perversa y fríamente diseñada: una agenda política subversiva que concluye en la toma del poder. Y cuando se trata de eso valen todos los recursos, todos.

Los ingenuos podrán creer que las inmensas multitudes y las caravanas gigantescas se movilizan con sus propios recursos. Quizás algunos cuantos. Pero detrás hay unas fuerzas oscuras, ilegales, inmorales también, que necesitan de ese poder para seguir con sus negocios. Fingen apoyar las reclamaciones limpias infiltrando en ellas sus violentistas para cosechar muertos. O inventarlos.

Poner en un mismo plano de evaluación las agresiones de los manifestantes y la respuesta de la policía es una falacia. La sola naturaleza de los protagonistas hace una diferencia imposible de desconocer: de un lado el derecho a la protesta pacífica merece incluso el acompañamiento policial; pero la protesta violenta, con bloqueos de vías, pedradas, palazos, incendios, saqueos y más busca hacer daño a alguien. ¿Debe mirarlos la policía?

Así y todo se denuncia el uso desproporcionado de la fuerza por atentar contra la convivencia y por no privilegiar el diálogo. ¿Con quién? Hace pocas horas nomás la casa del nuevo Gobernador Regional de Madre de Dios fue atacada por una turba porque la autoridad había buscado conversar con el Primer Ministro. No hay forma de entender.