Cuando uno crece rodeado del mágico verdor de los bosques, del jolgorio de los ríos, de las majestuosas y misteriosas montañas, vive envuelto con una espiritualidad que nos da una profunda conciencia ecológica y forestal, la cual nos ayuda a ver la defensa del medio ambiente como una filosofía de vida y no como una bandera política.
En los bosques hay vida y paz que es acompañada por el susurro del viento, el aleteo de mariposas y el trinar de las aves. Además, allí encontramos un equilibrio natural.
El desarrollo de una conciencia forestal involucra a todos, desde el ciudadano de a pie hasta la más alta autoridad, en la realización de actividades como la preservación de los bosques, la forestación, reforestación e industrialización de la madera.
En la tarea de consolidar la conciencia forestal y ecológica, encontramos a distinguidos ciudadanos. Como Pablo Sánchez, impulsor del programa poncho verde desarrollado en Cajamarca. Salomón Vílchez, creador del parque nacional Cutervo. Ingenieros forestales como Carlos Espino y Enrique Toledo que trabajan en toda la cadena productiva haciendo gala de un gran tecnicismo. Así como a la cooperación belga que, junto a un equipo técnico y la comunidad, nos han legado la bella granja Porcon.
En la matriz productiva de nuestro país debemos considerar la actividad forestal. Según los entendidos en la materia, el Perú tiene un gran potencial para desarrollarse en los territorios de nuestra costa, sierra y selva. Por ello es necesario establecer una política forestal que promueva la forestación y reforestación para contrarrestar la agresiva desertificación que se viene produciendo en las cuencas. Así como lograr tender un manto verde sobre nuestro territorio nacional, recuperar las defensas ribereñas con bambú, caña brava y carrizo. Detener el indiscriminado avance del fierro y cemento en los valles.
Se tiene que contemplar el uso intensivo de la biotecnología que nos permite clonar árboles idénticos y sanos, así como las nuevas técnicas para realizar un sembrado eficiente. A base de una zonificación debemos identificar las especies que se pueden plantar, las cuales pueden ser exóticas, nativas, maderables o frutales. Urge masificar la instalación de viveros las cuales deben estar a cargo de los gobiernos regionales, municipios, universidades, institutos tecnológicos y de las empresas privadas para producir plantones, los cuales deben ser sembrados a través de asociaciones, cooperativas, comunidades nativas y por los escolares como una actividad curricular.
Se tiene que fortalecer la articulación entre las instituciones: INIA, SERFOR, Agro Rural, las direcciones regionales de agricultura y educación, municipios y universidades... para que realicen actividades conjuntas, desde la consolidación de bancos de semillas, instalación de viveros, obtención de plantones y su sembrado, utilizar la geolocalización.
Y que el ministerio de producción impulse la industrialización de la madera, al respecto hay experiencias concretas como la construcción de aulas que permite alcanzar tres aspectos: cerrar la brecha de infraestructura educativa, generar empleo y darle valor a la madera.
A todo esto, no podemos soslayar la presencia de la tala ilegal que constituye una de las economías criminales que hay en el Perú. Lamentablemente, las acciones de SERFOR y del gobierno son muy débiles o no tienen la voluntad para contrarrestar la irracionalidad de estas organizaciones que hacen gala de su poder político y económico.
Tengamos siempre presente que, plantando árboles, estableciendo áreas de conservación regional y protegiendo los parques nacionales, generamos la posibilidad de tener aire puro, de afrontar el cambio climático y fortalecer el ciclo hidrológico. Por eso, extiende tu vida: planta un árbol.