Hace poco, más exactamente el 16 de octubre, se llevó a cabo la “celebración” del día de la persona con discapacidad. Como era de esperarse fue muy poco elogiado y promocionado, y claro a luz de tantos problemas que aquejan a nuestro país, lo que se espera es que muy poco se haga por este sector de la sociedad. Somos minoría quienes de múltiples maneras padecemos algún tipo de discapacidad, sensorial, física o intelectual, de un nivel moderado, leve o severo, y somos un grupo aun más reducido los que nos atrevemos a enfrentar el mundo, pese a las innumerables dificultades, quienes osamos trazar objetivos sabiendo de que sumado a la inclemencia de vivir cotidiano se añade una deficiencia que nos acompaña desde siempre, en algunos casos, y en otros desde que su adquisición a causa de múltiples factores.
En muchos casos, el entender y aceptar que se padece de alguna discapacidad resulta ser un tema tabú, es tal vez la etapa más difícil, pero que si se supera, se esta listo para enfrentar la vida y los retos, muchas veces hasta con ironía. Somos el grupo que refleja más palpablemente que todos padecemos de alguna deficiencia y tal vez en vuestros casos sea notoria, el tener que usar un bastón para no tropezar a causa de una ceguera severa o moderada, el tener que estar acompañado por un perro guía o una persona que nos asista en alguno de los casos, o usar muletas, silla de ruedas, el tener que utilizar otros métodos de aprendizaje, son pequeños detalles que nos distinguen.
Vivimos en un país tercermundista y ese es el principal obstáculo para que muchas personas con discapacidad no sobrepongan sus deficiencias, tenemos normas que más parecen un saludo a la fantasía, al anhelo y añoranza de ser una sociedad equitativa. En teoría somos el grupo más privilegiado, en la practica y en muchos casos somos los más discriminado. Quienes superamos el obstáculo del temor, de la opresión, lidiamos estoicamente con cada una de las vicisitudes que se nos van presentando, pero vaya que no es tarea fácil, no resulta nada sencillo hacer muchas cosas que para otras personas resultaría común de realizar, pero lo intentamos y si fracasamos lo seguimos intentando, no desmayamos en la lucha de alcanzar lo que se ha trazado.
Hace falta la implementación de políticas públicas estratégicas e integradoras que concreticen manifiestamente la inclusión. Y decir que es cierto también, aunque resulte duro afirmarlo, que hay personas que lucran con la discapacidad, en diversas facciones, públicas o privadas; aunque son pocas, pero hay y eso se tiene que sancionar, sino es legalmente, por lo menos moralmente, si.
La perspectiva errónea que se tiene frente a una discapacidad es de que se está ante una situación de incapacidad, cuando bien se puede ser una persona incapaz no teniendo ninguna discapacidad. Se tiene que fomentar una inclusión focalizada en la explotación de capacidades, de atributos únicos y característicos de cada persona, una inclusión que busque fortalecer y engrandecer cada cualidad distintiva de la persona.
Hoy nuestro gran aliado es la tecnología, pero para mala fortuna de muchos esta no es asequible, por los costos que esta implica, pero que esperamos en un futuro los costos disminuyan y podamos gozar de los beneficios que nos trae consigo, mientras tanto tenemos que seguir batallando con lo que tenemos al alcance, enseñando a vuestro cuerpo que empíricamente puede adquirir una serie de potencialidades para sobre salir.
No se exige un trato privilegiado, sino un trato equitativo en la medida de cada necesidad, un trato diferenciado acorde con cada deficiencia. Lo más probable es que sigamos sintiendo que la contradicción prima, que la dificultad es mayor y sintamos la real ausencia de un Estado estratégico en inclusión, pero no estamos solos, somos millones en el mundo y tal vez de ese número somos muy pocos los afortunados que sobresalimos a pesar de lo áspero del camino.