Para avanzar hay que acordar y cumplir

Las nociones de corto, mediano y largo plazo suelen estar en nuestras vidas desde temprano, aunque en la mayoría de los casos no nos demos cuenta porque pueden parecerse a unos buenos deseos simplemente. Dependiendo de la urgencia –y también por la importancia- de lo que se pretenda alcanzar se ubicará en el corto plazo si requiere un año, en el mediano si necesita hasta cinco y en el largo plazo si requiere diez o más.

La construcción de un edificio o una carretera pueden ubicarse entre los proyectos de mediano plazo –siempre que se tenga la propuesta técnica- aunque vemos con demasiada frecuencia que los tiempos previstos no se cumplen casi nunca. Pero la Educación formal es, por esencia, una actividad de largo plazo. Basta con recordar que normalmente nuestros niños hacen dos años de Inicial, continúan con la Primaria de seis y una Secundaria de cinco para un total de trece años de escolaridad. Y no se está incluyendo la Educación Superior.

Por su naturaleza y trascendencia las tareas colectivas requieren de compromisos formales y de una continuidad indispensable. Son innumerables los asuntos públicos que se han iniciado con el compromiso de llevarlos hasta su conclusión definitiva. Pero eso es lo que normalmente no ocurre.  Es normal que un alcalde ignore lo que hizo su predecesor y aún en un mismo gobierno suele ocurrir que la nueva gestión de un ministro deje de lado lo que hizo el anterior.

Se restituyó la democracia el año 2002 y para superar los olvidos o las improvisaciones se instituyó el Acuerdo Nacional, buscando garantizar el cumplimiento de lo ya acordado. Pero del Acuerdo pocos se acuerdan.