Es curiosa la sinergia que existe entre una ciudad como Tacna, signada para cumplir un rol singular como símbolo de lealtad patriótica, y la profusión de historiadores que aquí nacieron. Si sólo se hiciera un listado de los nombres de quienes hicieron de la Historia una de sus predilecciones e incursionaron de alguna manera en ella –en sus varias expresiones y especificidades-, ocuparíamos la dimensión de esta columna.
El interés por la Historia parece encontrar en Modesto Basadre Chocano (1816-1905) el primero en abrir el camino. Luego José Belisario Gómez (1840-¿?) sobre quien hay mucho aún que investigar y develar. Desde Arica se suma la gran figura de Rómulo Cúneo Vidal (1856-1931), de inmensa y variada producción. Cercanísimo en el tiempo está Carlos Wiesse Portocarrero (1859-1945) a quien se considera el primer gran historiador tacneño.
Luego se alternan los aportes de Fortunato Zora Carvajal (1894-1981) y su riqueza multicolor de lo local; Carlos Nalvarte Zevallos (1898-1991) con sus vivencias así como los testimonios de Guillermo Auza Arce (1899-1978); la gran galería de semblanzas que nos ha dejado Carlos Alberto González Marín (1900-1984); las investigaciones gigantescas y brillantes del “Historiador de la República” Jorge Basadre Grohmann (1903-1980) y el aporte pedagógico de Gustavo Pons Muzzo (1916-2008) en todo el territorio nacional. Agréguese la concurrencia de Arturo Jiménez Borja (1908-2000) en la etnohistoria.
Deliberadamente no incluyo a los historiadores nacidos después del 1929, pero no puedo dejar de mencionar a su más alta expresión: Luis Cavagnaro Orellana.
[J.22ago24]