El aprismo es un partido político de izquierda democrática, por múltiples razones: Considera a la libertad del hombre como ciudadano y como trabajador, inseparable de la justicia social; propende al fortalecimiento, a la estabilización y consolidación de la democracia funcional en los 21 estados latinoamericanos; considera al sistema democrático como FIN y no como medio, para alcanzar la justicia social de manera pacífica y sin violencia.
Como partido político de izquierda democrática el aprismo es la vanguardia del pueblo, convierte al ciudadano en partícipe activo de la vida del estado, como ente capaz de gobernarse a sí mismo, sin tutelaje ni motivaciones extranjeras; propende a la igualdad política con justicia económica entre todos los ciudadanos; defiende y consolida la soberanía popular como base de todas las demás soberanías.
En cuanto partido de izquierda el aprismo concibe tres tipos de soberanía como inseparables e interdependientes: soberanía popular, base de la soberanía nacional y ésta base a su vez de la soberanía continental. Propugna y ampara la libertad democrática como garantía del derecho de cada ciudadano limitado por el derecho de los demás, y la soberanía de cada nación, limitada por la soberanía de las otras naciones. El aprismo cuenta con una doctrina y un plan completo de defensa continental contra todas las dictadura y los totalitarismos que pretendan socavar y poner en peligro el orden democrático de los países de América Latina o Indoamérica.
El 14 de mayo de 1946, al agradecer la gran manifestación de que se le hacía objeto expresó su condena a toda forma de deslealtad y de conspiración dentro de una democracia. Decía Víctor Raúl: «Yo acepto y reconozco que en una democracia deben subsistir y deben jugar todas las ideas pero no se debe admitir ninguna forma de deslealtad, ninguna forma de resurrección de esos viejos métodos políticos que se inspiran en la complicidad y usaban de la conspiración».
Al mismo tiempo manifestó Haya de la Torre que «Nuestra disciplina, nuestra unidad, nuestra convicción constituyen nuestra fuerza y debemos estar absolutamente seguros de que si el partido no mantiene todas sus filas absolutamente unidas, la reacción tratará de destruir este gran baluarte defensor de la institucionalidad democrática del país».
Los apristas consideran que el gran error histórico de los hombres de la Independencia fue pretender trasplantar sin discriminación una Democracia francesa e inglesa puramente política a la realidad feudal de nuestros siglos.
«El Aprismo – refiere Haya- considera a la Democracia como una función tanto política como social. Vale decir, otorga a la concepción democrática un contenido funcional... De aquí que el Aprismo considere que en un país como el nuestro una verdadera Democracia, cuyo objetivo sea lograr la justicia con libertad, es inseparable de una concepción política estrechamente vinculada a su economía. Y esta es, a su vez, indesligable de las funciones que integran el proceso del desenvolvimiento social de un pueblo».
Y más adelante agrega: «Democracia funcional que supone que los trabajadores manuales e intelectuales forman parte de la dirección de la vida del Estado, se incorporan a la vida cívica del país, se hacen copartícipes del destino de la Nación y contribuyen así a precisar, con su cooperación no solamente política sino también social, el nuevo sentido de la Democracia Revolucionaria que debe afirmarse en la Justicia Social. Porque hemos sobrepasado ya la Democracia puramente política es que expresamos este concepto aprista de la Democracia Integral, política y económica que proclama con la libertad el derecho al pan y con el pan el derecho a la libertad».
Finalmente, enfatiza el ideólogo de la revolución indoamericana: «¡Y hay que ser demócratas! Y obedecer a las leyes de la democracia. Pero hay que exigir a los otros que las obedezcan también y las respeten. Que no seamos sólo nosotros los que nos sacrifiquemos en nuestros derechos y expectativas, sino que sean también ellos. Y entonces todos juntos marcharemos a construir y a crear una democracia de verdad».