La economía peruana es hoy una de las más dinámicas de la región. El presidente Ollanta Humala ha tomado la decisión correcta de continuar en la línea de un modelo exitoso, con un Perú abierto al mundo y que atrae a los inversores como pocos países en la región. Sin caer en populismos, apostando a la seriedad, construyendo sobre la base de la inversión privada y garantizando la eficiencia en la gestión pública.
Por esto los datos positivos en el capítulo de la economía se siguen acumulando. El nuevo sol, concretamente, en lo que va del año, se ha apreciado un 0.7 por ciento. La inversión extranjera en Perú a lo largo de 2011 fue de unos 7,659 millones de dólares, lo que constituye otro récord histórico para su economía y una señal inequívoca de la confianza externa que está generando en su proceso de desarrollo, particularmente porque buena parte de esa inversión es de largo plazo. En este resultado influyó una mayor inversión de las utilidades de las empresas del exterior en Perú, lo cual es otra muestra de fe en su futuro.
También las exportaciones reflejan claramente la bonanza por la que atraviesa el país. En enero pasado, éstas crecieron un sólido 21 por ciento respecto del mismo mes en 2011. El responsable de esto ha sido el dinámico sector pesquero, acompañado por la solidez del flujo exportador del tradicional sector minero. China, cuya presencia en la región crece constantemente, se ha consolidado ya como el primer comprador externo de productos peruanos. Están aumentando también, significativamente, las exportaciones no tradicionales, especialmente aquellas que tienen por destino los Estados Unidos.
El dinamismo de la economía del Perú se evidencia asimismo en el consumo interno, lo que es fruto de la mejora de los niveles de ingresos y del consiguiente poder de compra de los peruanos. Esto sucede particularmente en los centros urbanos. Las ventas minoristas, en supermercados y grandes tiendas, crecieron en 2011 un notable 20 por ciento respecto del año anterior.
No obstante, Perú no ha resuelto aún algunos temas heredados de un pasado donde los errores cometidos fueron grandes. Particularmente en relación con las indemnizaciones aún pendientes por las expropiaciones que fueron consecuencia de la fallida reforma agraria dispuesta en tiempos de la dictadura militar del general Velasco Alvarado. Para peor, cuando las expropiaciones se consuman, el Perú pretende agravarlas con el impuesto a las ganancias, ignorando que no hay allí utilidad alguna sino un mero canje de activos.
Estos temas deberían ir corrigiéndose. Olvidarse de ellos supone lastimar un clima de inversión que debería poder considerarse como impecable, ya que no sólo el país vive hoy en democracia plena, con un claro Estado de Derecho y en el respeto a la ley, sino que hasta es capaz de saldar algunos gruesos desaciertos del pasado (Extraído del diario La Nación de Argentina).