Como el viento que atiza el fuego, recordarle a la coalición Gana Perú que están incurriendo en errores garrafales de gobierno ha significado no sólo que no reflexionen y enderecen rumbo, sino por el contrario que persistan en su reprobable actitud que los está llevando rápidamente a la desaprobación ciudadana con los riesgos para la gobernabilidad que ello conlleva.
No se puede pensar otra cosa de la desafortunada actuación del canciller Rafael Roncagliolo, con relación a la cancelación de la visita de la Fragata Inglesa “HMS Montrose” que ya había sido autorizada por el Congreso de la República a pedido del propio Poder Ejecutivo, motivo por el que la oposición esté insistiendo en su interpelación, aunque días después haya recibido (o precisamente por ello) el respaldo del presidente Ollanta Humala quedando en evidencia que no se trataría de un gaffe del Canciller, sino de una decisión de la más alta esfera del gobierno.
Peor aún, el desaguisado viene por partida doble porque no sólo se trata de un desaire innecesario a un país con el que tenemos sólidas y cordiales relaciones diplomáticas y comerciales (pienso que se pudo manejar de mejor forma en los prolegómenos que debió tener la programada visita de la motonave inglesa a nuestro país), sino también porque se suscita como una manifestación de solidaridad continental con la causa argentina por las Islas Malvinas, lo que tendría mucho de loable si no fuera porque el país beneficiado no mostró esa misma solidaridad para con el Perú con ocasión del fatídico conflicto que tuviéramos con el Ecuador el año 1998, al que vendió armamento que ocasionalmente causaría la muerte de nuestros soldados, a pesar de su condición de garante del Protocolo de Río de Janeiro, lo que hace su traición doblemente grave.
Los gestos de desaire internacional, de negativo impacto, no son los que tejen una sólida política exterior en beneficio de los altos intereses nacionales, aunque sean realizados para exaltar una endeble solidaridad continental (que en este caso adoleció de reciprocidad), sino con estables relaciones diplomáticas y fructíferas relaciones comerciales que proporcionen al país los medios necesarios para su consolidación como Nación verdaderamente libre y soberana y no hipotecada a infructuosos sueños integracionistas con países que discurren por otras sendas ideológicas (Con información del diario Expreso).