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Jueves 05 de abril 2012

Disolver

Por: Ántero Flores-Aráoz.
Disolver
Foto: Medios

Han pasado 20 años desde el infausto 5 de abril de 1992, en que el Presidente de la República en ejercicio, gracias al voto popular que lo impuso frente al candidato favorito, de quien su esposa dice que “solo sirve para escribir”, pateó el tablero al convertirse en autócrata, anunciando la disolución de cuanta institucionalidad democrática existía.

Sin dejar de reconocer el otro lado de la medalla, como su enfrentamiento exitoso al terrorismo homicida y destructor, así como sentar las bases de la sana economía en que se sustenta el crecimiento y el desarrollo, es conveniente recordar los esfuerzos de la oposición para recuperar la Democracia.
Por ello reproduzco lo dicho en la Asamblea de la OEA el 18 de mayo de 1982 en Nassau, en respuesta al golpista y en representación de la oposición, representación ejercida en conjunto con Pedro Cateriano Bellido y que en su momento solamente RPP se atrevió a difundir:

EXPOSICIÓN EN LA OEA
“Sabemos perfectamente que se ha producido una interrupción del orden democrático en el Perú y que la OEA en su resolución de abril del mes pasado nombró una comisión para que acercándose al Perú, buscara conciliar en alguna medida la posición de las partes en conflicto.

Tuvimos la satisfacción de tener en tres oportunidades en el Perú al señor Gros Espiell, a los cancilleres que lo acompañaron y al señor Secretario General de la OEA. En esa oportunidad escucharon a las dos partes, pero lamentablemente la inflexibilidad de una, la liderada por el ingeniero Fujimori, no hizo posible mayores acercamientos.

Los partidos de oposición mantuvimos una posición flexible y dijimos con toda claridad también que no se podría retornar a la situación imperante al 4 de abril del presente año. Sin embargo hoy, con complacencia tenemos que decir que hemos visto que la inflexibilidad inicial del señor Alberto Fujimori ha variado y hay una posibilidad de acercamiento a través de un Congreso Constituyente. Eso en honor a la verdad, tenemos que saludarlo, pero también tenemos que decir que no es suficiente.

Para las fuerzas democráticas es difícil creer que quien rompe el ordenamiento democrático y quien pisotea la Constitución y la ley, pueda ser el artífice de la reconstrucción del sistema democrático.

En su 40 días de gobierno el ingeniero Fujimori cesó al Parlamento, cesó al Consejo Nacional de la Magistratura, cesó Fiscales Supremos, cesó jueces y magistrados, cesó al Tribunal Agrario, al Tribunal del Trabajo y al Tribunal del Servicio Civil, y dispuso una norma que imposibilitaba a las personas involucradas recurrir a la vía judicial para buscar la defensa de sus derechos conculcados.

Cesó asimismo al presidente del Jurado Nacional de Elecciones y al directorio del Banco Central de Reserva del Perú. En fin, todo el poder, tanto el económico como el institucional, estaba y está en manos del ingeniero Alberto Fujimori.

Permítaseme recordar que se modificaron las acciones de amparo y hábeas corpus para que perdieran el sentido de la inmediatez, se señalaron también algunas modificaciones al Código Penal a efecto de que los parlamentarios cesados en su función y otros funcionarios fueran intimidados ante cualquier pretensión de asumir nuevamente sus funciones; se modificó el Código Penal también para amordazar a la prensa del Perú a través de una nueva figura delictiva que ya estaba superada por varios años, que era la apología al terrorismo. En fin, acciones como estas, hay una serie que se podrían señalar, pero que omito por la brevedad del tiempo.

La propuesta que ha traído a esa sala el ingeniero Fujimori como salida al quiebre de la institucionalidad democrática, olvida un solo hecho: olvida que quien quebró el sistema democrático fue el propio ingeniero Fujimori y que, por lo tanto, el hecho que el ingeniero Fujimori permanezca en la Presidencia de la República no puede ser garantía para el retorno de la institucionalidad democrática. El señor Fujimori, con criterio efectista, nos ha dicho esta mañana que su presencia causa sorpresa; a nosotros, más que sorpresa, nos causa estupor por las cosas que hemos escuchado.

El señor Fujimori no cree en los partidos políticos, y sabemos perfectamente que la democracia se asienta en los partidos políticos. Quiere –ha dicho– la democratización de las decisiones del país. Nosotros le preguntaríamos qué le impedía a él durante los veinte meses que ha gobernado, publicar, prepublicar las disposiciones que pretendía luego sacar mediante decreto. ¡Nadie se lo impedía! ¿Quiere decir que se requería un golpe de Estado para que el ingeniero Fujimori haga lo que podía hacer antes con el sistema constitucional? Nos preguntamos si la lucha contra el terrorismo, si la lucha contra el hambre, si la lucha contra la pobreza, si la lucha contra el narcotráfico requieren de una dictadura para que haya eficiencia; esto, realmente, es enrostrar a la clase política, no del Perú, sino del mundo, que son ineficientes y que solamente una dictadura puede sacar a los países de la frustración, la desesperanza, la pobreza, el narcotráfico, el terrorismo y la corrupción.

Creemos que no. Creemos que la democracia tiene mecanismos necesarios para luchar contra esas lacras y tengo que defender a los partidos políticos que en todo momento tuvieron acciones a favor, incluso, del ingeniero Fujimori, cuando constitucionalmente ejerció la presidencia, pues le dimos facultades delegadas en muchas materias. Hoy habla de que hay mucha pobreza en el Perú y que no hay trabajo: tuvo 20 meses para mejorar la situación de subempleo y de desempleo, pero no lo consiguió. Tuvo delegación de facultades en materia de fomento al empleo y a la inversión, y realmente no se logró el cometido deseado; es decir, no podemos aceptar, porque si no no tendría razón la existencia misma de instituciones como la OEA, que se nos pretenda decir que la democracia representativa no es democracia, que los partidos políticos no contribuyen a la afirmación del sistema democrático y que solamente se quiere una democracia hecha como anillo al dedo.

No creemos que los gobernantes puedan cada uno fabricar –como si se tratara de cualquier producto– el tipo de democracia que quieren.
Creemos que si hay una resolución de la OEA –la AG/RES 1080–, tiene que tener sentido en este tipo de acciones y también creemos que debe tener sentido la solidaridad de los Estados americanos, y que los altos fines que con ella se percibe, requieren –como dice el inciso d) del artículo 3 de la Carta– los mecanismos para el ejercicio efectivo de la democracia representativa. Esa es la democracia representativa que quieren quienes son verdaderos demócratas; otro tipo de democracia hecha como anillo al dedo tiene que ser rechazada y es incompatible con organizaciones como la OEA. Esta no puede ser complaciente con la ruptura del orden constitucional.

No queremos sanciones económicas para el pueblo peruano, que sería el perjudicado, pero sí creemos que debe haber una condena clara e inequívoca a la interrupción abrupta del sistema institucional peruano y a la dictadura que se ha aposentado en el país, y hacemos votos por que la OEA pueda ayudarnos a restablecer en el Perú los derechos que han sido conculcados y el derecho del pueblo peruano de elegir nuevamente a sus gobernantes, no solamente a los parlamentarios, sino también al Presidente de la República. No podemos pretender de ningún modo la política del embudo, lo ancho para uno y lo angosto para otros. Sí queremos la democracia, la democracia representativa, y queremos que el pueblo peruano dé su veredicto, que lo dé para el Parlamento, pero que lo dé también para el Poder Ejecutivo, y queremos que se den las garantías necesarias para que un gobierno provisional pueda tomar las riendas del poder del Perú para que garantice conjuntamente con la ayuda de la OEA la democracia que ha sido interrumpida.

Agradecemos realmente a la OEA, al canciller Gros Espiell, a su Secretario General y a todos los que han ayudado para que con la presión que han realizado, por lo menos haya un acercamiento; esto es algo positivo. Queremos pedirles que su actividad no cese, que sigan acercando a las partes en conflicto. Todos los peruanos de buena voluntad tenemos que luchar contra el narcotráfico, contra el terrorismo, contra la pobreza; pero si todos los que somos hoy oposición, como los que son gobierno de facto queremos lo mismo, yo creo que el mecanismo de la OEA va a ejercer una actividad sumamente fructífera para seguirnos acercando a las partes y para juntarnos a quienes creemos que el retorno a la democracia es garantía esencial para luchar contra las lacras sociales” (Con información del diario Expreso).

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