Al César lo que es del César

Alrededor de 1,700 millones de personas en todo el mundo, cerca del 25% de la población mundial, celebran en estos días la semana cumbre de la cristiandad como un hecho histórico que marca el nacimiento y fundación de la religión cristiana que ya ha sobrepasado los veinte siglos de existencia, habiéndose convertido en la primera religión mundial. De esa multitud de creyentes, los católicos, que son más de 1,000 millones, son los que celebran estas efemérides con mayor devoción y manifestación externa.

Lo que se puede constatar en los hechos es que la Iglesia cristiana, entre luces y sombras, ha cumplido a la fecha una eficaz misión evangelizadora en todo el mundo captando adeptos de todos los estratos sociales, razas y culturas, en una especie de siembra constante y perseverante. De ahí, la enorme influencia de la iglesia cristiana, especialmente de la católica en todas las sociedades, siendo Latinoamérica la principal de sus fuentes de fe.

Es de dicha influencia que hemos bebido creyentes y no creyentes, y de la que se puede destacar ciertas características que la hacen asimilable. Porque, si hay algo que no podemos rechazar es la necesidad del respeto y el amor al prójimo como regla básica para la sana convivencia entre todas las personas. Asimismo, el espíritu de atención y caridad hacia los más débiles es algo que nace con naturalidad en la mayoría de las personas. Y lo fundamental, la libertad de elección de la fe. La Iglesia cristiana ha llegado a entender y aceptar la libertad que tienen las personas en creer y no creer, sin temor a represalias de ningún tipo.

Una frase profunda y polémica en la Biblia atribuida a Jesús de Nazareth y que se presta a diversas interpretaciones, revela algo que la Iglesia ha llegado a asimilar con dificultad: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” en un contexto en que se le muestra el denario romano con la imagen del emperador. Ante ello, se creyó lícito entender la inconveniencia de hacer política desde el púlpito, por el riesgo de contaminar la fe religiosa de las personas. Interpretación que compartimos y que consideramos válida para entender nuestra relación con la Iglesia y el Estado. La humanidad reconocerá la validez de la religión cristiana y de sus autoridades de una forma válida que también está escrita en su libro sagrado: “Por sus frutos los conoceréis.” (Con información del diario Expreso).