Liderazgo y credibilidad para gobernar

Hace menos de un mes señalábamos la necesidad de que el Gobierno recompusiera su gabinete ministerial con gente calificada y liderazgo, capaz de dar solidez y coherencia a las políticas, así como dar batalla política e ideológica en todos los frentes a aquellos que pretenden desandar lo ya avanzado.

Sin embargo, ahora con un nuevo gabinete vemos al Gobierno con el riesgo de perder el control del manejo de conflictos, por cierta debilidad en el tema de liderazgo político y mostrando contradicciones e incoherencia en su accionar.

Creemos que es el liderazgo antes que la suficiencia técnica lo que debe caracterizar primordialmente a un ministro, lo cual implica conocimiento de la realidad, eficacia en la comunicación y acierto en las políticas que se propone.

En tal sentido, la mejor manera de conocer la realidad es mediante el contacto directo con la población, sin interferencia de dirigentes politizados ni barreras burocráticas. Debe saberse que la presencia de un ministro ante la población es el mejor remedio para lograr la empatía necesaria y mitigar los ánimos negativos que genera la conflictividad.

Hasta ahora esto no se ve en los ministros, por lo cual la conflictividad no amaina en su animosidad contra el Gobierno. Y es precisamente lo que hace falta para dar una efectiva batalla política e ideológica a los opositores radicales. Los ministros tienen que ser capaces de desbaratar, en todos los foros, los radicales argumentos demagógicos utilizados como sus banderas ideopolíticas.

Por otro lado, la comunicación eficaz requiere de claridad y coherencia, cualidades de los que parece seguir adoleciendo el Gobierno. Y para ello el twitter no es buena alternativa. Esta falencia la acabamos de ver, por ejemplo, en el anuncio del proyecto del Gobierno para reformar la ley de la educación, donde ha sido lamentable comprobar las contradicciones habidas entre los propios ministros.

Por último, las políticas acertadas que se plantean han de caracterizarse por estar centradas en la raíz de los problemas y la búsqueda de soluciones integrales, mas no en aspectos secundarios y menos atendiendo planteamientos demagógicos como alternativa.

A fin de que no confluyan nuevamente factores negativos que puedan afectar la imagen del país hacia dentro y afuera, confiamos en que el Gobierno sea capaz de corregir los errores que empiezan a repetirse y logre acertar en las políticas necesarias para mejorar su credibilidad ante el país.

Publicado el 9 de agosto de 2012 en el diario La Razón.