Clínicas privadas

Tal vez se pueda pensar que a la hora de atender a nuestros enfermos lo mejor es un centro de salud privado. Tal vez sea así. Pero no es la idea discutir sobre lo bueno o lo malo que pueda tener con respecto a un hospital público.

Sin embargo, hay ciertas cositas que queremos resaltar sobre las clínicas privadas. Lo primero, si usted tiene un seguro tiene que calarse eso de que no han dado la clave; pero si usted trabaja en un organismo público a lo mejor tiene un número celular de emergencia para hacer dicho pedido, al cual usted intenta llamar y es casi imposible la comunicación, pero si por casualidad le devuelven la llamada y usted le responde angustiado que al fin respondieron a las llamadas o a los mensajes, le sale una persona llamándolo grosero, sin entender que usted tiene horas en una incómoda emergencia esperando dicha clave y de paso que haya cama.

Pues bien, ya salvadas dichas trabas, a su enfermo le asignan la habitación y a lo mejor atienden muy bien al paciente, y tiene lógica, pues es el que causa los gastos. Pero al que llaman el acompañante, ahí si es verdad que la puerca tuerce el rabo, porque a ese ni lo miran y ni siquiera le brindan un cafecito por cortesía, y lo más cumbre de eso es que lo ponen a dormir en un sofá, cubierto de semicuero que por más que le pongan un forrito que facilitan en la noche, dicho mueble no se afloja o brinda una pequeña comodidad para aquel cristiano que tenga necesidad de "pegar sus ojos" un ratico, cansado por los oficios de enfermeros que tiene que hacer.

Pero en definitiva, el acompañante termina con dolores de espalda y si es el que paga el seguro, lo dejan con las tablas en la cabeza.