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Jueves 16 de mayo 2013

[Chile] Derecha política y derecha económica

Por: La Tercera (*)
[Chile] Derecha política y derecha económica
Foto: Difusión


A diferencia de partidos de ese sector en otras latitudes, la Alianza por Chile se halla atada a un discurso de defensa de intereses económicos poderosos, o al menos parece estarlo.

UNA PERSONA me decía hace días que el problema de la derecha es que ella es sólo un grupo económico, pero no existe como derecha política. No se trata de un extremista, sino de un democratacristiano moderado que ha ejercido altos cargos de gobierno, de alguien que sabe de política.

El planteamiento diagnostica un problema en nuestra derecha. A diferencia de partidos de ese sector en otras latitudes, la Alianza se halla atada a un discurso de defensa de intereses económicos poderosos, o al menos parece estarlo.

Parte importante de nuestra derecha le tiene alergia a los sindicatos, desconfía de los impuestos a las grandes empresas y se inquieta ante palabras como igualdad, participación o solidaridad. No se preocupa de los oligopolios, no se altera por los cobros abusivos, no se molesta frente a la mala distribución del PIB, no repara en que una brecha excesiva entre ricos y pobres es base del conflicto social. Se equivoca en sus miedos y seguridades, pues sus seguridades pueden dar lugar a peligros mucho mayores que sus miedos.

Por eso son muy significativos dos hechos recientes. El primero, que la derecha gobierne. Enfrentada a la tarea de gobernar, parte del sector se ha visto forzado a asumir una lógica política, donde los postergados deben ser tenidos especialmente en cuenta. Las actuaciones del Sernac, el aumento del posnatal, la eliminación del 7% a los jubilados, el incremento sustantivo en las becas y la mejora de los créditos de estudios son algunas de las medidas de lo que ya constituye una actitud específicamente política de la derecha.

Esta actitud política se ha visto reforzada por las reacciones de los mismos miembros de la derecha “económica”, que desde sus centros de estudio, sus partidos o desde organizaciones empresariales han criticado duramente al gobierno, precisamente por hacer su tarea: encarnar el interés general.

El segundo hecho es el surgimiento de dos candidaturas de derecha estrictamente políticas. Longueira y Allamand abren al sector posibilidades de resolver de manera más nítida la confusión entre derecha política y económica. El currículum de ambos, y sus primeros esbozos de propuestas de gobierno, dan fe de una actitud mucho más popular y comprometida con el interés general que la de los abogados de las tarjetas de crédito.

En la actual situación, la posibilidad de una derecha política se torna, además, apremiante. Nuestro sistema político y social, serio, pulcro, “ejemplar” en la creación de riqueza, se halla afectado por problemas graves. Frente a la presión que esos problemas generan, Bachelet se ha limitado a sacar palco, sin evidenciar capacidad de conducción. La superación en diálogo, de las injusticias, exige una derecha dotada de legitimidad política.

Probablemente, la consolidación de estos dos hechos requiera, además, lo que Gastón Soublette exigía hace unos días de nuestra clase política en general. Lo llamaba “cultura humanística”. No se necesita simplemente un vago relato “valórico”, sino una auténtica formación intelectual que sea capaz de proveer a ese sector de un discurso apto para iluminar la nueva situación y convencer. Porque, ¿qué sentido tiene una derecha que no puede conmover a quien piensa distinto, por ejemplo: a un democratacristiano?

(*) Artículo publicado en el diario chileno La Tercera (16 de mayo de 2013)

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