Luces de Navidad

Quiérase que no, la Navidad provoca agitaciones que suman los correteos de fin de año con todo lo que hay que concluir y cerrar. Además pone a prueba el arte de decorar la casa y armar el Nacimiento, culto que sintetiza tradiciones familiares, iconografías y novedades.

Nacimiento, árbol y luces –en todas sus formas- son la trilogía navideña por excelencia. De las tres seguramente son las luces el elemento más propicio a la renovación y al incremento pues siempre hay novedades deslumbrantes.

Pero también da pena botar las luces viejas. Por ahí se quemó un foquito y bastará con reemplazarlo. O resulta que no prende ya nada, pero no hay que desalentarse por la primera impresión: tal vez se trata sólo del “piloto” y bastará buscar un técnico para que resuelva el problema.

Fue esto exactamente lo que le pasó a Ada y Miguel que fueron a un mercado de barrio para buscar al técnico que recupere su juego de luces. No había tienda especializada en el asunto. El ferretero no sabía nada. Hasta que de casualidad la verdulera escuchó lo que estaban buscando y dijo claramente: “Aquí le arreglamos sus luces”.

Miguel siguió de largo -medio ofendido- pero Ada prefirió preguntarle al carnicero quién podía atenderlos y éste le dijo que, efectivamente, donde ésa señora se arreglaban luces. En un rincón increíble, entre bultos y hortalizas, la joven hija de la verdulera se había dado maña para adecuar su pequeño tallercito y devolverle la vida a las luces que no querían encender. Versatilidad generacional sin duda. Y también sabía recuperar “la musiquita” si se hubiera malogrado. ¡Que brille la luz de Navidad en todos los hogares!