La endeble oposición a la ley universitaria

A pesar del evidente afán controlista gubernamental sobre el manejo universitario; la clase política, las actuales autoridades universitarias, los trabajadores no docentes y estudiantes no han hecho sentir su voz de protesta y a estas alturas parece que la resignación prima. Una que otra declaración pública del ex Presidente Alan García, del ex Ministro Pedro Pablo Kuczynski, de la Asamblea Nacional de Rectores (ANR),  y de algún decano, y no ha habido más.

Es innegable que la gestión de la ANR ha sido pésima, la proliferación de universidades que nunca merecieron tener licencia, el descrédito de las universidades estatales que ha llevado a que sus egresados tengan grandes dificultades de colocación en el mercado y el manejo cuestionable de fondos en algunos centros privados; son de su responsabilidad por acción y omisión. Esto ha sido una motivación para la ley recientemente aprobada, que a nombre de revertir el desmanejo, errónea o interesadamente permita otorgar superpoderes al gobierno de turno para deshacer más que hacer en el sistema universitario.

El asunto de fondo es ¿qué hará la comunidad universitaria ante tremendo estropicio? Las únicas alternativas son el poder judicial y el mediático,  pues la movilización que podría ser un medio de defensa contundente esta negado, pues los alumnos no tienen ningún arraigo con las autoridades, es más sienten rechazo.

 En la vía judicial serán los amparos los que podrían permitir cierta resistencia a perder el control, si no se apuran, los hechos quedarán consumados. En la vía mediática, corresponderá la vocería a gente con reconocimiento en el debate de los temas nacionales. La tímida defensa opositora, no ha podido articular un mensaje claro que permita un retroceso de parte del gobierno.

La ley recientemente publicada se está consolidando ante una pasividad alarmante. La campaña de descrédito del gobierno sobre ciertas entidades privadas por su bajo desempeño, ha conseguido obtener adhesión de la ciudadanía. Por supuesto que el mensaje de lo pernicioso y peligroso que es el intervencionismo, no ha tenido caja de resonancia, que hoy es lo que más se necesita. No nos quejemos a futuro cuando la solución planteada resulte lesiva para la educación superior.