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Martes 02 de septiembre 2014

Peruanos de ayer y Chile

"Se atribuye a Nietzsche la frase "La memoria exhorta a recordar y el orgullo a olvidar”. La cito en referencia a la agresión que Chile -por insistencia de Diego Portales, con la anuencia del Presidente José J. Prieto- hace a la Confederación Perú-Boliviana (1835-1839)", dice iniciando este artícuilo el Profesor Pedro Godoy.
Peruanos de ayer y Chile
Foto: Difusión

Se atribuye a Nietzsche la frase "La memoria exhorta a recordar y el orgullo a olvidar”. La cito en referencia a la agresión que Chile -por insistencia de Diego Portales, con la anuencia del Presidente José J. Prieto- hace a la Confederación Perú-Boliviana (1835-1839). Ya tropas chilenas están en suelo peruano 40 años antes de conflagración del salitre (1879-1883). Se estiman "restauradoras". Marchan a liberar al Perú del yugo imperialista de Andrés Santa Cruz.

Un bloque integrado en el norte -según los geoestrategas de Santiago- es un peligro. Los negocios de Valparaíso se estroperarían con la prosperidad de Callao. Fundar una talosocracia mapochina se imposibilita con ese experimento confederativo exitoso que dispone de simpatizantes en el mismo Chile y en Ecuador. El proyecto crucista se exhibe entonces como la megalomanía de un caudillo cuyo propósito es reconstruir el Incanato.

La elite blanca que ayer y hoy gobierna Chile sostiene que Palacio Quemado impulsa un imperialismo con nostalgia del Tahuantinsuyo. Los blancos, blancones y blanquistas de Lima -esos "caballeros de fina estampa"- sostienen que Santa Cruz representa la "indiada bárbara" y el líder es "un guanaco jetón" que anhela imitar a Alejandro Magno. Piden apoyo a Santiago. Entonces viene lo que Perú quiere olvidar por orgullo. Evóquese el apotegma de Nietzsche.

Lo que no se quiere recordar en Lima y se omite en enciclopedias y textos, en pláticas y conferencias es la alianza de las oligarquías blancoides y sus acólitos mestizos de las dos repúblicas con su homónima chilensis. Los anticrucistas encuentran refugio en Santiago. Pareciera que a la viuda de Salaverry se le asigna pensión fiscal. Tengo la hipótesis que la familia de ese apellido con vigencia en mi país deriva de la progenie de ese malogrado militar.

No sólo hay filantropía, sino también política y guerra. Entre otros, Agustín Gamarra y Ramón Castilla son acogidos aquí. Organizan un cuerpo armado. Es el síndrome del general Iglesias anticipado en cuatro decenios. En los prolegómenos de la guerra el Ejército Expedicionario se insurrecciona. El regimiento peruano advierte que, si triunfan los adversarios de Portales, se quedará "sin piso" huye de Quillota adhiriendo al gobierno.

Tal deserción contribuye a anular el pronunciamiento. La guerra cristaliza. La flota chilena desembarca tropas en Perú. Son dos expediciones. La primera fracasa. La segunda es exitosa. Culmina en la batalla de Yungay el 20.01.1839. El esfuerzo integrador es así demolido. En el Estado Mayor que encabeza Manuel Bulnes figuran conspicuos peruanos -entre ellos- Ramón Castilla. Eso no se menciona. Otra vez el... orgullo genera amnesia.

Aquí también el orgullo adormece a la memoria. Eso permite a la clase dominante entregar versión impoluta del ayer. La Historia Oficial es un Corán impecable que no tolera, sino "una" mirada. Los "evangelios apócrifos" son incinerados. No obstante, la memoria se niega a morir. Contémplese a Argentina que "re-visa" la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) que desata contra el Paraguay en concomitancia con Brasil y Uruguay ¡Vaya ejemplo aleccionador!

Prof. Pedro Godoy P.
Centro de Estudios Chilenos CEDECh
orofe@cedech.cl
www.premionacionaldeeducacion.blogspot.com

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