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Jueves 21 de mayo 2015

Entre la ciencia y la creencia

Por: Grover Pango
Entre la ciencia y la creencia
Foto: Difusión

 

Se informa y se discute en estos días sobre la presunta toxicidad radiactiva de las torres de telefonía celular, a propósito de la baja calidad de los servicios. Para este caso de muy poco sirven los beneficios que el mercado podría ofrecer merced a la competencia, pues resulta que todos los servidores son igualmente malos.

Técnicos y comunicadores muy serios no cesan en repetir que no existe evidencia de que las torres sean contaminantes per se. Pero se ha instalado en el inconsciente colectivo que sí lo son. Y mientras persista esta creencia, toda decisión a favor de nuevas instalaciones será blanco de críticas y los municipios se resistirán a autorizarlas.

Por ello se señala que el asunto ha traspasado los linderos de lo científico-tecnológico para instalarse casi en el terreno de la fe: la gente cree que las antenas le hacen daño. Y punto.
No pasa lo mismo con los teléfonos celulares. Argumentos aún más poderosos podrían esgrimirse contra ellos, pero nadie deja de adquirirlos incluyendo probablemente a quienes no aceptan antenas. Como aquel triste contrasentido de los que quieren canon pero se oponen a la minería.

Esta semejanza no es irrelevante. A propósito del caso Tía María parece haber aspectos que debieran ser explicados y ese derecho a SER INFORMADOS plenamente debe ser atendido. Pero otra cosa muy distinta son las peroratas mentirosas, tremendistas, según las cuales casi por designio divino en el Perú no debe haber minas. Y ni se molestan en averiguar cómo han hecho en otros países, con características similares al nuestro, para darle lugar a la minería sustentable. Pero se entiende: su tarea es que triunfen las tinieblas.

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