Alberto Herrera Jefferson, autor de estas líneas
Barranco fue un desastre ayer 1ro de enero. Cientos de personas, pueda que me quede corto, suben por la Bajada de Baños, frustradas por no encontrar más playas en el litoral de este distrito de más de ciento cuarenta años de existencia. La razón: Las playas fueron vendidas a los restaurantes y la gente de pueblo no puede pagar sus precios.
Aunado a esto, la plaza central de Barranco convertida en un gran comedero para atender a quienes suben de Agua Dulce y del pequeño espacio que quedó al lado de La Marina Club. Y no hay más subidas para evacuar el litoral barranquino porque a un alcalde se le ocurrió destrozar la subida del Paseo Saenz Peña a fin de dar paso a la construcción de un edificio en el lugar. Y tampoco hay transporte público, a no ser que se trate de El Metropolitano.
Me pregunto: ¿Por qué se maltrata de esa manera al pueblo? ¿Acaso el pueblo no tiene derecho al esparcimiento? En lugar de esto: todos caminan con sus familias, hijos, abuelos. No hay facilidades de ningún tipo, solo negocios egoístas que han privado a Barranco de su otrora encanto veraniego.
Y no es que esté en contra de los negocios. Negocios, claro que sí, pero no a costa de la población y menos aún contraviniendo todas las normas existentes. El último atropello fue el del congresista Carlos Bruce, quien en forma prepotente hizo suyo un espacio que la anterior alcaldesa Jessica Vargas había recuperado. ¿Cuánto más debe perder Barranco?