El aparente retroceso de Corea del Norte de su amenaza de disparar misiles cerca del territorio estadounidense de Guam podría significar que las tensiones militares con los Estados Unidos han disminuido -o al menos se han pospuesto-.
O podría indicar que gran parte de la aparente escalada de tensiones entre las dos partes la semana pasada fue más retórica que la realidad para empezar. La prensa estatal informó el martes que Kim Jong Un, el líder norcoreano, tomó la decisión después de una reunión con jefes militares, pero se reservó el derecho de disparar el Hawsong-12 cerca de Guam si los Estados Unidos se ponen "más imprudentes".
El movimiento viene después de una semana marcada por la retórica belicosa de ambos lados. Comenzó el pasado fin de semana cuando el Consejo de Seguridad de la ONU votó unánimemente el endurecimiento de las sanciones a Corea del Norte para las pruebas del mes pasado de misiles balísticos intercontinentales (ICBMs) capaces de llegar a Estados Unidos. Luego vinieron informes de que las agencias de inteligencia estadounidenses habían evaluado que Corea del Norte había miniaturizado una ojiva nuclear que podría caber en los ICBM.
El presidente Trump respondió diciendo que cualquier amenaza norcoreana "será atacada con fuego y furia como el mundo nunca ha visto". Corea del Norte respondió, advirtiendo que planeaba atacar cerca de Guam apenas a mediados de agosto, y simplemente estaba esperando a que Kim diera la aprobación. Trump, sin embargo, se dobló, diciendo que si Pyongyang amenazaba a los intereses y aliados de Estados Unidos "les pasarán cosas como nunca pensaron posibles". Luego dijo que las soluciones militares estadounidenses estaban "cerradas y cargadas".
Trump ha dicho anteriormente que mientras los Estados Unidos estuvieran abiertos a la diplomacia, dos o más décadas de conversaciones con Corea del Norte no habían convencido al país a renunciar a sus programas de armas nucleares o misiles. De hecho, Corea del Norte se ha encontrado repetidamente engañando sus obligaciones internacionales, parte de la razón por la que el gobierno de Obama no habló con el Norte.
Aun así, surgió que, a pesar de los comentarios del presidente, el gobierno de Trump había estado involucrado en una diplomacia regular con el régimen de Kim en la ONU. Las dos partes, representadas por Joseph Yun, enviado de Estados Unidos para la política de Corea del Norte, y Pak Song Il, el diplomático norcoreano en la misión de la ONU, habían estado discutiendo sobre ciudadanos estadounidenses detenidos en Corea del Norte, así como a las relaciones entre ambos países. Mientras tanto, Rex Tillerson, secretario de Estado de Estados Unidos, y James Mattis, secretario de Defensa, en un artículo en The Wall Street Journal dijeron que Estados Unidos quería una solución diplomática a las tensiones.