Grover Pango, autor de estas líneas
Resulta que la FIFA dice que somos la mejor afición futbolera del mundo. Es que unos 40 mil paisanos nuestros viajaron a Rusia para alentar a la selección en el último mundial, de manera infatigable y respetuosa. Magnífico.
No soy aguafiestas pero entonces no entiendo cómo –siendo tan respetables barristas- cuando jugamos entre nosotros sólo ingresan al estadio los hinchas del equipo dueño de casa. Las autoridades han decidido –y los clubes han aceptado- que, en vez de exigir y garantizar comportamientos civilizados, mejor es que no vayan al partido los rivales de turno.
La antigua lucha entre la barbarie y la civilización continúa vigente en nuestro país. Es tan larga como penosa la lista de comportamientos individuales y colectivos que nos muestra, cada día, en graves dificultades para una convivencia digna de seres humanos.
Sin embargo puede que la realidad genere paradojas que nos ayuden a superar esta situación. Tal vez ése sea el aporte que, sin proponérselo, le ofrezca Manuel Liendo Rázuri a la sociedad peruana. Tal vez la gente que tenga dificultades para controlar su prepotencia, su ira o su impaciencia, recuerde el bochornoso acto protagonizado por este señor y le sirva como ejemplo.
Ojalá, porque acabo de ver a un tipo que desciende con agilidad y desenfado de su lujoso auto, parqueado delante de un banco en el lugar destinado a personas con discapacidades.