La creciente tasa de inmigrantes que vienen de los países devastados por los conflictos armados, ha provocado en varios líderes europeos considerar tomar medidas más estrictas contra la inmigración.
El actual presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, por ejemplo, ha anunciado que de ser reelecto cerrará las fronteras nacionales ante el flujo incontrolable de inmigrantes.
Dicho anunció ha sido tomado por muchos como un intento político por obtener votos de los ultraderechas de Francia, y de otro lado ha sido cuestionada por la oposición socialista que considera que los inmigrantes legales que van a vivir a Francia cada año, la mitad son estudiantes y que el país los necesita para empleos cualificados que hagan la economía más competitiva.
Por su parte, Grecia, que además de la enrome crisis económica que afronta, tiene que lidiar con la creciente ola de refugiados que huyen de los países afectados por la violencia al país helénico.
Solo en el 2011, Grecia registró el ingreso de uno 100 000 inmigrantes ilegales por lo que el gobierno ha planteado reforzar las medidas de seguridad en sus fronteras con Turquía, por donde mayormente ingresan inmigrantes provenientes de Afganistán.