Escritor y periodista. El hijo del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa justifica su apoyo a Humala. Critica la campaña de miedo contra el candidato y la actitud de la clase política.
Ya tomó posición en la campaña. ¿En qué momento decidió que tenía que salir y pronunciarse?
Tuve muy claro al final de la primera vuelta lo que iba a suceder por la división entre las otras candidaturas. Tenía clarísimo que la candidatura de Keiko Fujimori no representaba una ruptura con el pasado, sino más de lo mismo. Con respecto a Ollanta Humala, tenía dudas, pero también elementos de juicio. Lo he seguido desde hace ya algunos años para saber que su candidatura ya no es la del 2006.
¿Qué elementos tiene?
Ollanta ha evolucionado dando señales suficientes y tomando riesgos con respecto a algunos sectores más radicales de su propio partido. Me consta personalmente que personas e instituciones importantes como el expresidente Lula da Silva o el Departamento de Estado de EEUU tienen suficientes garantías de que Humala no representa un peligro para la democracia. Para mí, esto no es ni siquiera el mal menor. Hay un mal mayor y hay Ollanta. Lo tengo clarísimo.
¿Cuál es el impacto de esta contienda en el exterior?
Hay inversores extranjeros instalados en el Perú que tienen sumamente claro que el país no corre ningún peligro. Es verdad que ha habido turbulencias en la Bolsa de Valores, como siempre ocurre en un escenario de segunda vuelta. Pasó en Brasil cuando Lula fue candidato y ganó. El desplome de la Bolsa duró muy pocos días y cuando se emitieron señales claras, la situación se revirtió.
¿Pasaría lo mismo en Perú si Humala ganase?
Él puede lograr que lo mejor de este modelo –como la incorporación de muchas personas de clase media– sea preservado y que los radicalismos y cuestionamientos antidemocráticos que pudiera haber sean cada vez más marginados. Creo que el fujimontesinismo garantiza exactamente lo contrario: una radicalización de la oposición por la sensación de ver en el poder a una mafia autoritaria.
¿Keiko Fujimori sería la candidata del ‘establishment’?
Es la candidata del ‘establishment’ que fue parte del fujimontesinismo y que, lamentablemente, no se ha reformado ni ha roto amarras contra su pasado en estos diez años insuficientes de democracia. En los ‘90, la única forma de hacer negocios en el Perú era pasar por la salita del SIN. ¡Esa fue la forma más perversa de estatismo!
Cuando su padre Mario Vargas Llosa y usted pidieron el voto para Humala, hubo quien dijo que no podrían endosarle votos.
Nadie en la Historia del Perú ha endosado votos. La única persona que lo habría hecho fue Haya de la Torre, pero porque el Partido Aprista contaba con una militancia masiva y altamente disciplinada. Nuestra intervención en la campaña busca hacer perder el miedo. Ya demostramos que Perú no era sólo corrupción, violaciones de derechos humanos, mentiras ni el pisoteo de la Constitución. Es infinitamente mejor que eso.
Un día después de la primera vuelta Ud. dijo que Ollanta tenía todas las de ganar. ¿Y ahora?
Ollanta Humala va a ganar las elecciones. Nos hicieron creer hace una semana que se había producido el salto definitivo de la candidata Fujimori y el comienzo de la erosión irreversible de Ollanta. Después, las únicas dos encuestas serias –Ipsos Apoyo e Imasen– afirman que Humala tiene una ligera ventaja o que hay un empate. Eso me indica que cuatro semanas de demonización sistemática contra Ollanta Humala no le han hecho perder un solo voto. Parece que los indecisos tienen una resistencia enorme hacia Fujimori y quieren más pruebas de amor para confiar en Ollanta.
¿A Perú le falta conciencia democrática?
A un sector amplio de ciudadanos, sin duda. La clase dirigente se están comportando como el segmento más incivilizado y anacrónico de la sociedad.
Si en la primera vuelta los demás candidatos no consiguieron juntarse, ¿ahora qué podemos esperar de ellos?
Algunos están actuando más en función de pequeños cálculos y consideraciones mezquinas que por los intereses del Perú. Estoy deseando que Alejandro Toledo rectifique y se convierta en el estadista que garantice a los ciudadanos un buen gobierno de Humala. El destino del país está en juego.
¿Cómo calificaría la campaña?
Se llama terrorismo psicológico. Veo un ambiente muy parecido al del 2000. Los que luchábamos por recuperar la democracia vivíamos bajo un bombardeo constante de calumnias, infamias y campañas de terror que buscaban instalar en cada ciudadano un temor paralizante que lo llevara a no oponerse a la dictadura. Actualmente, hay una campaña de odio contra la familia Vargas Llosa, así como contra cualquiera que ose decir que votará por Ollanta.
¿Qué paralelismos ve con las elecciones de 1990, en las que participó con su padre?
Entonces, Alan García daba instrucciones al Servicio de Inteligencia contra nosotros. Ahora, no puedo creer que el presidente sea ajeno al evidente uso del Estado en la campaña de demolición contra Humala (Con información de La República).