El general español Miguel Ángel Villarroya se vio obligado a dar un paso al costado
La noticia de su vacunación se propagó como reguero de pólvora. El escándalo dio cuenta de su cargo de jefe Estado Mayor de la Defensa. El general Miguel Ángel Villarroya hizo llegar su carta de renuncia a la ministra de Defensa del Reino de España, Margarita Robles. Solicitaba en la misiva su cese a petición propia a fin de "no perjudicar la imagen" de las Fuerzas Armadas. La ministra Robles, como era de esperar, aceptó el cese. Una decisión a ser ratificada en unos días (el martes 26 de enero) en Consejo de Ministros.
En la carta de solicitud de su cese, el hasta ahora jefe del Estado Mayor justifica el vacunación de él y de otros mandos del Estado Mayor de Defensa a pesar de no ser parte de los grupos poblacionales prioritarios para la inmunización. Una nota hecha publica por el Estado Mayor de Defensa dice que el general Villarroya "Nunca ha pretendido aprovecharse de privilegios no justificables”.
"En el cumplimiento de sus obligaciones, de acuerdo a los protocolos establecidos y con la única finalidad de preservar la integridad, continuidad y eficacia de la cadena de mando de las Fuerzas Armadas”, dice asimismo en la nota, el general Villarroya tomó “recientemente decisiones que considera acertadas”. A un alto precio a nivel personal y también institucional, pues el escándalo desatado por su vacunación deterioraba la imagen de los ejércitos.
El general Villarroya decidió solicitar voluntariamente su cese el pasado viernes 22 de enero al ver que su permanencia en el cargo se tornaba insostenible como consecuencia del vendaval de críticas en su contra suscitadas por su vacunación. Al hacerlo, trascendió en la prensa española, se adelantó por unas horas a la decisión de la ministra Robles. La titular de la Defensa española, al parecer, había decidido relevarlo tras leer el informe que en medio del tole tole había solicitado.