La imagen de un grupo de milicianos talibanes, Kaláshnikov en bandolera, en el Palacio Presidencial de Kabul, da la vuelta al mundo. Es el testimonio fehaciente de que, tras la partida del hasta hace muy pocas horas presidente afgano Ashraf Gani, los que detentan el poder en este país de más de 650 mil kilómetros cuadrados son los talibanes.
El ingreso adelantado de los talibanes a la ciudad de Kabul descartó de plano la transmisión pacífica del poder hacia ellos. La orden de entrar en la capital, antes de la puesta del sol, "a fin de evitar pillajes", fue lanzada, de acuerdo a los milicianos, dada la ausencia de policia en las calles.
La caida de Kabul se produjo luego de que los milicianos, haciendo gala de un histórico desplazamiento, habían tomado en forma consecutiva las estrategicas ciudades de Herat, Kandahar, Mazar-i-Sharif y Jalalabad.
La reconquista del poder tras 20 años de guerilla ha convertido el aeropuerto de Kabul en un verdadero pandemonium. Cinco personas han perdido la vida en su afán de huir del país tras el ingreso de las milicias talibanas a esta ciudad de 4 millones de habitantes.
"Los talibanes han ganado. Ahora les corresponde la preservación del país", había dicho el hasta hace poco segundo hombre fuerte del Gobierno afgano, Abdullah Abdullah, cuando anunció la partida del presidente hacia el vecino Tayikistán. Horas antes que se consumase la caida de Kabul.