La mirada del mundo sigue fijada en Afganistán desde que los talibanes, tras un avance relámpago a lo largo y ancho del país, consumaron su triunfo e ingresaron a la ciudad de Kabul el pasado fin de semana. Desde que presas del terror que le inspiraban los talibanes, varios miles, en tropel, se dirigieron al aeropuerto de Kabul con el propósito de abordar el primer avión a disposición y dejar así este país de Asia central.
El Aeropuerto Internacional Hamid Karzai fue el destino final, señaló un portavoz talibán no identificado, de doce personas. Estas perdieron la vida, afirmó la misma fuente, como consecuencia de disparos lanzados, en medio del pandemonium suscitado, para restablecer el orden, o a causa de las estampidas que se produjeron en esas horas de locura.
El número no incluye a los dos hombres que cayeron al vacío desde un avión estadounidense de evacuación al que se habían aferrado tratando de huir de un país que, por el alto precio que pagaron en su intento, para ellos no sería más el mismo. No obstante, de acuerdo a cálculos occidentales, el número de víctimas mortales correspondería a esta cifra.
Tratando de tranquilizar los ánimos, el mismo portavoz, trascendió en la prensa, dijo que el propósito de ellos era no hacer daño. "No queremos herir a nadie en el aeropuerto", aseveró. Estas declaraciones se dieron luego de que supo que ayer miércoles 18 de agosto milicianos talibanes hacían esfuerzos para dispersar a la multitud que intenta acceder al aeropuerto ubicado a 16 kilómetros de la ciudad de Kabul.
El método de persuasión, nada más y nada menos que disparos al aire y empujones de milicianos Kalashnikov en ristre. De acuerdo a fuentes talibanes, todos los que cuenten con los documentos necesarios podrán acceder al aeropuerto. Algo que queda por comprobar.